Cuádruple bogey. Un score nefasto para cualquier golfista, que lo elimina de cualquier competencia. Eso le pasó nada menos que a Jordan Spieth en el Masters de Augusta, el torneo más importante del año, en el momento más caliente del torneo.
En la última jornada venía como líder, cuando hizo bogeys –un golpe más que el par de la cancha- en el hoyo 10 y el 11. Pero se derrumbó en el hoyo 12, el famoso par 3 de Augusta National.
Su pelota de salida fue al agua: picó en el green pero se quedó corta, bajó y cayó al "hazard". Caminó varios metros para atrás para tener distancia y evitar el agua para llegar al green, nuevo pero un nuevo mal golpe lo depositó nuevamente en el agua.
Así, tuvo una doble penalidad: cuando la pelota cae al agua, el jugador le pega desde afuera, pero vale por dos golpes. Así, en dos golpes, Spieth ya sumaba 4 y estaba uno sobre el par del hoyo (3).
En el quinto golpe le pegó más fuerte, pero con tanta mala suerte que cayó en el siguiente obstáculo: el búnker de arena detrás del hoy. Otro golpe para salir del búnker (6°) y finalmente arriba del green el último, el 7°, para quedar cuatro sobre el par del hoyo y complicar definitivamente sus chances.
De ser el puntero Spieth pasó a quedar a la caza de Daniel Willett, que sin saberlo embocaba en el hoyo 16 un nuevo birdie para ampliar su ventaja y tener tranquilidad para afrontar los últimos dos hoyos, el 17 y 18. Sendos pares para el inglés que tuvo que aguardar que finalice Spieth para ser el nuevo campeón del "The Masters".
"Me cuesta imaginar a otra persona que haya tenido que pasar por una ceremonia de entrega de premios más dura", dijo Spieth, ganador de tres grandes consecutivos en 2015, que tuvo que ponerle la chaqueta verde de ganador al inglés Danny Willett y abandonar desde el comienzo de la temporada las esperanzas de conquistar el Gran Slam, los cuatro grandes del año.