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El “Guardiola” del Wanderers campeón

Al DT bohemio Alfredo Arias le da vergüenza que lo comparen con el catalán, pero lo admira, copió su idea y cree que en Uruguay se puede modificar el estilo
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19 de mayo de 2014 a las 19:33

Cuál fue el mensaje luego de la locura del campeonato ganado?
Les dije que consiguieron una cosa muy importante, que más allá que todavía no es el uruguayo, es un campeonato y hacía 83 años que Wanderers buscaba esto. Que hubo grandes jugadores acá, planteles, técnicos, dirigentes que lucharon por esto y que no tuvieron la oportunidad ni siquiera de pelearla.

¿Siente que entró en la historia del club?
(Se pone colorado) No, en la historia quedan los jugadores. Es difícil que se acuerden del DT. Es justo y necesario que los jugadores tomen el protagonismo. El jugador del fútbol uruguayo y no me voy a cansar de decir esa frase, es noble por naturaleza.

Tiene un mensaje muy similar al de Tabárez.
Sí, yo soy un admirador del Maestro. No sé si es similar. Pero sí que los que alguna vez jugamos al fútbol debemos ser agradecidos a ese profesional con el que compartimos un vestuario, y que ahora le toca dirigir.

¿Cómo diseñó la idea futbolística de Wanderers?
Un poco intuitivamente, mirando el fútbol que se estaba jugando en estos últimos tiempos, de posesión de pelota. Con esa idea arranco en formativas. Y tuve la suerte que en este periodo ganaron equipos que priorizaron la tenencia de la pelota. Entonces mirando y copiando.

¿A quién copió?
Queda feo decirlo porque es un fenómeno, pero traté de mirar a Guardiola. Por favor que no quede como que me quiero comparar porque me daría mucha vergüenza. Pero lo admiro porque para mi es un antes y un después en España. Durante mucho tiempo nosotros hablábamos de la garra y ellos hablaban de la furia. En aquellos tiempos me tocó ir a un partido en España. La pelota pasaba a diez metros del arco y se levantaba todo el estadio y gritaban ‘uyyyy’. Y se tiraba uno y levantaba en la pata a un contrario y otra vez ‘uyyyy’. Apreciaban esa furia española, pero no le ganaban a nadie. Y a mi me llamó muchísimo la atención como pasa a ganar España con una cosa en las antípodas, pasan a un juego técnico, atildado, de tenencia de pelota, con jugadores chicos como Iniesta, Xavi, Pedro. Entonces me dije, si España, que no tiene nuestra historia pudo pasar de la furia a esto, nosotros no podemos estar ajenos. En los genes no puede estar escrito que no podemos pasar bien la pelota.

¿Fue a ver entrenamiento de Juan Ramón Carrasco?
Sí. Cuando me inicié Juan tuvo la bondad de dejarme estar con él durante un año y medio viéndolo en River, y me sirvió mucho. No tengo el mismo concepto de juego. Pero a mí lo que más me sirvió es el protagonizar los partidos. Juan si algo nos volcó a los demás es que prioriza protagonizar el partido y ver el arco de enfrente más que el propio. Después la tenencia de la pelota, el hacer un juego más lento que los equipos de Juan, menos profundo, menos directo, viene de ver el fútbol español. Tuve la suerte de que Wanderers me mandó, luego del primer semestre dirigiendo, a España y me permitió estar en campo con un entrenador como Sergi Barjuan que dirigió a Barcelona B y eso me dio un orden metodológico. Nos dio, perdón que hablo en primera persona, a todo el cuerpo técnico.

¿Era consciente de que iba a pelear con una idiosincrasia, porque en la tribuna gritan que hay que meter?
Sí, y era tan consciente que en el mismo curso de entrenadores discutíamos horas con los compañeros porque no le veían validez. Creo que al jugador le gusta tener la pelota. Está en la esencia de los niños. Eligen el fútbol porque es una pelota. Y tiene tanto poder esa pelota que se la tirás a los profesionales y siguen siendo niños.

¿Cómo empieza a inculcar, qué hace con un zaguero que revienta la pelota?
Voy otra vez a la nobleza del jugador de fútbol. Creo que si le damos la confianza a ese niño, o a ese jugador, que cuando se equivoque, como nos equivocamos nosotros al armar un equipo, le damos la confianza de que puede volver a salir jugando yo creo que el jugador se adapta.
Lo que pasa que las presiones que actúan en nuestro fútbol son tan grandes, que de repente perdés dos partidos y se te empieza cuestionar y no respetan el proceso, ¿qué hacés?

¿Cambias?
Y vos cambias… el problema es ese, el técnico está con un estado de nervios porque pierde el trabajo. Nunca se analiza que cuando se saca a un profesional en mitad de un campeonato se está dejando sin trabajo a una persona. Entonces, ¿qué pasa con esa persona? Transmite sus propios miedos. A mí sinceramente me respaldó Víctor Hugo Meza, porque el descontento estaba en mucha gente de Wanderers, por la manera de jugar y porque querían ganar.

Le gritaban de la platea.
Y quizás si a mi Meza, en lugar de decirme ‘quédese tranquilo que mientras esté yo se queda’, me hubiese dicho, ‘Arias, tiene el respaldo hasta el fin de semana’, quizás al otro partido yo les diga a los jugadores: ‘miren, ¿saben qué muchachos? No salimos más jugando de atrás, ponela allá lejos del arco y arreglate’. Es ese el problema.

Ahí se genera una disyuntiva que es traicionar su propio estilo de juego y conducción y anteponer lo otro, quedarse sin trabajo.
Claro. Pero también se agregó que yo durante 20 años viví una vida real en la cual había que pagar la luz, el agua, el teléfono, rezar para que no lloviera para que la gente me encargara la pizza y como yo supe lo que era vivir de otra manera y no con el fútbol, la verdad que el miedo no se lo transmití nunca a mis jugadores. Esa fue mi intención. Sinceramente llevé esa ventaja. Se que la realidad marca que cuando los resultados no vienen vas a perder tu trabajo, pero yo no transmití miedos.

Y en qué punto no temió que lo tildaran de lírico? A Carrasco le decían que nunca iba a ganar nada
A mi también. Nunca me lo dijeron pero lo escuché en televisión, que nosotros jugábamos en cancha redonda. Si decís que lo importante es el resultado estás dando un mensaje que podés ganar como sea y el ganar como sea en la vida pasa a tener rasgos hasta de corrupción. Yo creo que no se puede ganar como sea, tiene que haber algo atrás.

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