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El gesto de Lugano

Previa. El capitán sorprendió a los hinchas cuando dedicó varios minutos a firmar autógrafos y fotografiarse con ellos
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13 de octubre de 2012 a las 00:44

Cada vez que Diego Forlán se baja del ómnibus se escuchan los histéricos gritos de las adolescentes que mueren por el rubio delantero de Inter de Porto Alegre. Otro tanto ocurre con Luis Suárez. Hay muestras de idilio con el Loco Sebastián Abreu y aplausos para la seriedad de un Óscar Washington Tabárez que se limita a levantar la mano.

Pero hay gestos que no se olvidan. El capitán Diego Lugano adoptó por costumbre arrimarse a todos aquellos que, parados al borde de una valla y desafiando a la autoridad, buscan una mirada, una sonrisa, un saludo y, lo que es más importante para ellos, el autógrafo. Ese que soñaron y que es una búsqueda constante.

El retraso que se produjo el jueves en el arribo de la delegación de Uruguay a Mendoza modificó los planes. El equipo de Tabárez, que tenía previsto reconocer el estadio Malvinas Argentinas no asistió y partió directo al hotel Hyatt, en el que permaneció durante toda la estadía en tierras argentina. Eran cerca de la hora 21, las 22 en Uruguay cuando se abrió la puerta del ómnibus y ocurrió lo de siempre.

Hasta que Lugano bajó, dejó la valija a un lado y se arrimó a la valla. La gente no lo podía creer. El capitán de Uruguay atendió el requerimiento de los anónimos que también hacen esta historia. Arrancó por la parte de atrás del ómnibus. Decenas de firmas, decenas de fotos, de camisetas, banderas y hasta pelotas que se iban con la rúbrica del referente de la celeste. Los policías que custodiaban el ómnibus no lo podían creer. El referente del plantel era poco menos que tomado del cuello por la gente. “Acá esto no pasa, a los jugadores de Argentina los vemos en los diarios o por la tele. Pero esto no lo hacen nunca. Lo de este tipo es increíble”, decía uno.

Por el otro sector apareció también el minuano Sebastián Abreu. El hecho es que el Loco se fue al primer llamado que llegó desde adentro del hotel, donde estaba el grueso de la delegación, y a Lugano, con todos los jugadores ya alojados en sus habitaciones, lo tuvo que venir a buscar el jefe de prensa Matías Faral para sacarlo de las garras de los aficionados. Un gesto que para los que vivieron esa noche de Mendoza será difícil de olvidar.


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