El fútbol fue injusto con River

En algún punto el fútbol tiene una cuota de injusticia. Forma parte del juego. Una mala decisión de un golero tira abajo la construcción de un trabajo. Un pase mal brindado puede echar por tierra lo planificado. Y además se convive con el error humano. De un futbolista o de un árbitro.

Pero el fútbol no se limita a los simples actos de injusticia que se producen como consecuencia de un error.

Hay partidos donde un equipo domina a lo largo de los 90 minutos y el rival, en una jugada aislada, llega, y chau partido.

Y como dentro del reglamento todo está permitido y todos los planteos son válidos, anoche en el Franzini se vivió una nueva historia de la injusticia en el fútbol.

River Plate, que debía remontar el 0-1 ante Itagüí para llegar a los octavos de final de la Sudamericana, murió generando 14 situaciones de gol, metiendo a su rival contra el arco, lanzando 12 tiros de esquina en el segundo tiempo y con pelotas increíbles que no entraron de milagro.

¿Sabe todo lo que hizo Itagüí en el partido? Tuvo la última pelota, que se estrelló en el palo. Y un solo balón que atajó Frascarelli. Ni siquiera un tiro de esquina. No generó absolutamente nada. Con estas pruebas es evidente que en algún punto el fútbol es injusto.

River fue el único equipo que propuso en el Franzini. Salió decidido a meter a su rival contra el arco y al minuto avisó Cristian González. El darsenero presionó bien pero se empezó a diluir porque se mostró impreciso, sobre todo Torrecilla. Se perdieron muchos pases y eso favoreció al rival.

Recién sobre la media hora River volvió al partido con un par de situaciones. La más cercana fue un cabezazo de Santos.

El tema es que se midió con un rival que vino pura y decididamente a cuidar su ventaja. Metió dos líneas de cuatro pero con el detalle de que en el fondo muchas veces defendieron con cinco porque García se metía entre los zagueros. Los defensas se limitaron a pegarle sin piedad para adelante. Itagüí fue un equipo sin argumentos, quedó librado a un error de River. No aportó nada.

Para el complemento Almada no ensayó cambios. Pero River modificó su actitud y salió dispuesto a llevarse por delante a su rival. A los 30 segundos Santos dejó a Techera de cara al gol pero el chiquito le pegó mal.

A los tres Hamilton Pereira peinó un tiro de esquina y el rebote lo tomó Techera pero salvó el golero Cabral.

Conforme el paso de los minutos el elenco del Prado empezó a chocar contra el muro defensivo colombiano y contra un golero que, sin tener mucha pinta de nada, se lució.

Cabral tuvo dos intervenciones muy buenas ante un remate de Techera y una acción de Santos.

Hasta que el reloj comenzó a presionar a River que puso el pie en el acelerador. Olaza avisó con un tiro libre y a diez del final una ingenuidad del fondo colombiano casi termina en gol de Taborda.

Pero no había forma. La pelota no quería entrar.

Los minutos finales fueron a todo a nada para River ante un rival que empleaba todo tipo de artimañas para hacer pasar el tiempo.

A los jugadores de Itagüí les quemaba la pelota en los pies. Le pegaban para donde saliera, al margen de los errores ingenuos que cometían. Así y todo pudieron sentenciar la serie luego de una desinteligencia de River que le permitió a Mena irse solo a enfrentar a Frascarelli pero la pelota pegó en el palo.

En la hora Casas se perdió un gol increíble. Y en la última bola el golero Frascarelli, que había ido a buscar el milagro, metió un cabezazo apenas afuera.

River murió de pie. Fue fiel a sus principios futbolísticos y con la ropa de obrero cuando tuvo que buscar por otras vías. Pero no hubo forma. No era su noche. Una injusticia.