La llegada al hotel, unos minutos después de terminado el partido en el Estadio Atahualpa brindaba las primeras señales de desilusión y frustración. Aunque ningún jugador de la selección uruguaya lo reconozca públicamente, y el técnico Tabárez no haga referencia al tema, en la interna, el plantel estaba convencido de que de Quito volvían a Montevideo con al menos un punto. Sin embargo, la realidad los despachó con el 1-0 de Ecuador que puso a los tricolores en la selecta nómina de mundialistas en 2014.
No era exagerado imaginar ese escenario, que también, soñaron los dirigentes y los hinchas, después de los tres triunfos (Venezuela, Perú y Colombia), que habían alimentado las ilusiones casi al punto de elevarlas a un extremo riesgoso porque el exitismo, ese del que los jugadores de la selección prefieren estar alejados, suele ser mal consejero.
Lo cierto es que, con el repunte futbolístico en las Eliminatorias y en la Copa de las Confederaciones, Uruguay había imaginado otro final para este ciclo para Brasil 2014. Sin embargo, una mala producción de los celestes y los aciertos de Ecuador, dejaron al combinado en el lugar más incómodo.
Alcanzó con ver los rostros de los jugadores, cuando unos minutos después del partido regresaron al hotel para cenar, para comprender el escenario.
Luego, uno de los participantes de la cena, expresó que hacía tiempo no veía una situación similar, de tristeza profunda y dolor indisimulable, en este grupo que se acostumbró a ser protagonista de grandes logros y a dibujar las sonrisas más contagiosas.
Eso lo pude comprobar unos minutos después, cuando volvieron a abordar el ómnibus en el que habían llegado a Quito, para regresar al aeropuerto. Una peregrinación en silencio, de la puerta del hotel al ómnibus que estaba a 20 metros. Fue ahí, cuando cara a cara con varios jugadores, vi el rostro de la desilusión.
Muchos momentos pueden recordar las sensaciones del viernes de noche en Quito, pero con muy pocos soy capaz de compararlo. Porque en contadas ocasioness vi en los jugadores el rostro de la desilusión como en Ecuador. Y el primero que recorrió la mente fue el repechaje de 2005 en Sídney, cuando Uruguay, en la definición por penales, perdió la clasificación a Alemania 2006. Había que ver a aquellos jugadores... igual que estos.
La selección recibió un duro castigo, pero tiene por delante suficiente margen como para reconstruir su camino y cambiar ese rostro de desilusión por el de felicidad plena.
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