Algunos lo comparan con el tejo, otro con las bochas. Si hay algo que el curling no genera es indiferencia. Haga la prueba en estos Juegos Olímpicos de Invierno que se disputan en Sochi. Al rato se sorprenderá a sí mismo viéndolo ensimismado .
Creado en Escocia a mediados del siglo XVII, este deporte se integró al calendario olímpico en Nagano 1998 y es conocido como el roaring game (juego rugiente) por el ruido que hace la roca al deslizarse sobre la pista de hielo.
Esta roca es deslizada por un jugador mientras sus compañeros van corrigiendo la trayectoria del mismo con una especie de cepillos que aplican sobre el hielo.
Las piedras con las que juegan los equipos (cada uno compuesto de cuatro participantes) también le dan un aire de distinción al curling.
¿La razón? Solo se consiguen en dos lugares en el mundo: la cantera de Trefor, en Gales, o la isla escocesa Ailsa Craig.
Esta última, según un artículo publicado ayer por Marca, es propiedad de Archibald Angus Charles Kennedy, octavo marqués de Ailsa, y se encuentra a la venta.
La isla, de 2.190 kilómetros cuadrados, está tasada en € 1.810.000, pero el interés de los potenciales compradores decrece cuando se les informa que no pueden explotar el granito que hay en la isla y que es el que se usa para fabricar las piedras de curling.
La empresa escocesa Kays of Scotland es la que se encarga de explotar el negocio desde 1851.
De la cantera norte de la isla se extrae el llamado granito verde que se usa para fabricar el cuerpo central de la piedra. Del lado sur de se obtiene lo que se conoce como Ailsa Craig Azul, utilizado para la zona de contacto con el hielo.
De Ailsa Craig salen los dos tercios de producción de piedras con las que se practica este deporte.
Según informó Marca, Kays of Scotland fabrica 1.500 piedras por año, siendo el proveedor oficial de la Federación Mundial de Curling.
El costo de cada piedra es de € 480, y un juego, que se compone de 16 elementos, asciende a € 7.695.
El granito en Ailsa Craig se recoge cada 10 años tras desprendimientos naturales, ya que no están permitidas las explosiones porque en la isla existe la reserva europea más grande de alcatraces, unas aves marinas similares a los pelícanos.
Piedras que no se pueden comerciar, aves, un castillo del siglo XVI en ruinas, un faro y cuatro casas de campo también entran en el precio que puso el Marqués de Ailsa Craig, quien a causa de una diabetes perdió una pierna.
Todo esto forma parte del misterio que hace del curling un deporte intrigante, tal vez el más exótico de los Juegos de Invierno.
Inicio de sesión
¿Todavía no tenés cuenta? Registrate ahora.
Para continuar con tu compra,
es necesario loguearse.
o iniciá sesión con tu cuenta de:
Disfrutá El Observador. Accedé a noticias desde cualquier dispositivo y recibí titulares por e-mail según los intereses que elijas.
Crear Cuenta
¿Ya tenés una cuenta? Iniciá sesión.
Gracias por registrarte.
Nombre
Contenido exclusivo de
Sé parte, pasá de informarte a formar tu opinión.
Si ya sos suscriptor Member, iniciá sesión acá