El delantero de Rampla que trabaja en un local de cotillón

Rampla Juniors cerró un gran primer semestre de la mejor forma: con un golazo a puro toque en el Olímpico, para ganarle 1-0 a Liverpool y despedirse de su parcialidad, que reconoció el juego y la entrega de sus jugadores, y le respondió con un gran aplauso.

El tanto surgió en una gran jugada colectiva que tuvo a Ignacio Panzariello como el encargado de mandar la pelota a la red, con un toque de zurda con el que el balón atravesó el área emparchada con aserrín y se metió en el arco.

"Fue un lindo gol", dijo a Referí. Ante la consulta de si había visto los comentarios que decían que fue un tanto 'a lo Barcelona', señaló. "Esa la leí (risas), pero nada que ver. La verdad es que fue un golazo, justo entró el Mago (Olivera), que es un poco el que nos deleita con el fútbol, le copié un poco, con el Corto (Prieto) tiramos una pared y salió un gran gol".

El delantero de los rojiverdes comentó que con el Ronco Luis López entrenan ese tipo de jugadas ofensivas a pesar de la dificultad que les presenta el piso del Olímpico. "La cancha hace varias semanas que viene mal, pero lo bueno es que se siente la gente y nos da un impulso más", indicó.

Para Panzariello, el técnico es un factor clave para explicar el momento del equipo. "El Ronco para mí es un monstruo, yo estoy feliz de la vida. Es un técnico que siempre nos da para adelante, tira chilenas en los entrenamientos, entrena muy bien, siempre anda con alegría y nos motiva. Estoy súper contento de estar ahí".

Y la otra parte la pone el plantel. "Lo que tiene el grupo en general es una entrega, un sacrificio puro y una humildad tremenda. El grupo está muy unido", señaló. "Y seguir al Ronco, que es un motivador tremendo y que siempre da para adelante, como Omar Pérez y Gastón De los Santos, que están todo el tiempo alentándonos siempre positivamente. Estamos pasando un momento divino", agregó.

El gol de Panzariello sucedió justo en el día de su cumpleaños 27, por lo que tuvo un festejo doble. "Nos quedamos con los compañeros disfrutando la victoria y el triunfo. Hubo una torta en el bolichito de la esquina del Olímpico, del que nos llamaron para que fuéramos un rato y me cantaron 'qué los cumplas feliz' un par de dirigentes y unos hinchas. Me quedé un rato y me fui", contó.

Además, el delantero vive como una "revancha" personal en el fútbol tras una experiencia nefasta en Guatemala, estar un tiempo sin jugar, salir a trabajar –lo que hace hasta el día de hoy–, hacer el curso de instructor de entrenamiento personal, dar clases y competir en el fútbol de OFI en Fénix de Flores.

Sus inicios fueron en el Carabelas de Brazo Oriental. "Después jugué en Nacional de arquero en baby fútbol. Nacional me quería fichar y yo extrañaba a mis compañeros de Carabelas. Le dije a mi padre que me quería volver y me fui para Carabelas", recordó.

Luego pasó a Bella Vista, River Plate y Racing, donde hizo todas las inferiores hasta llegar a Primera de la mano de Juan Verzeri. Después lo prestaron a Huracán, Central Español y surgió la posibilidad de ir a Carchá de Guatemala.

"Volví, estuve sin equipo y me puse a laburar, no quedaba otra", contó. "Logré agarrar en Canadian, seguía laburando y jugando, y después en Canadian no quise estar más porque no me gustaba como me trataban y empecé a trabajar y jugar en el interior".

Hasta el día de hoy es empleado en Fiestas Manía, un local de venta de cotillón de la calle Arenal Grande, a donde concurre día a día luego de entrenar por la mañana.

En el trabajo coincidió con el hijo de su técnico. "El Ronco me conocía, me había visto jugar y en enero hice una prueba en Rampla. Quedé y volví a lo que es el fútbol, y en Primera", destacó Panzariello, quien no olvida las que pasó y hoy disfruta su "regreso" a las canchas: "Estoy contentísimo".

"Yo había jugado con Martín Alagia, que tiene un local en Villa Muñoz con Eduardo Ballini, que también jugó al fútbol, y me puse a laburar con ellos. Siempre les trabajaba en la zafra y quedé fijo. Es una tienda de venta de cotillón y en las zafras hacen ventas de fuegos artificiales. Ellos me dan la posibilidad de priorizar el fútbol y luego trabajar, voy de 13 a 18", contó Ignacio. "También soy entrenador personal e instructor de sala. Hice el curso y llegué a tener 10 alumnos. Ahora no estoy laburando de eso pero hasta hace poco tenía clases en la Aduana de Oribe donde entrenaba a grupos", agregó el futbolista.

"Alguna dificultad siempre hay pero nos llevamos muy bien con la directiva que nos dice las cosas claras. Estamos muy bien, sabemos la humildad del club y lo entendemos, por algo estamos acá y no en otro lado".

"A Carchá me llevó Ariel Longo y arreglé allá", contó Panzariello. "Fue la peor experiencia de mi vida. Vivía en una ciudad indígena que era un desastre, había mucha inseguridad. Vivíamos en un hotel y no se podía andar en la calle, y me pasaba todo el día encerrado. Estaba con dos uruguayos más, con el Pelado (Alejandro) Acosta y Pablo Pereira, que ahora juega en Central. Gracias a ellos, por su apoyo, me quedé, sino me hubiera ido antes", agregó. "Tenía contrato por un año y a los seis meses rescindí. Fue una experiencia espantosa. Mucha gente piensa que el fútbol es lo más lindo que hay, pero a veces la gente no se imagina lo que uno pasa. Se imagina lo que viven Messi o Suárez, eso sí, pero no las otras, las complicadas", señaló.

"A veces te achanchás porque tenés un contrato a los 19 años, cobrás bien, comprás la ropa que querés... Pero nunca sabés. Te estancás, te empieza a costar y ves que la vida sigue de largo"