En un encuentro vibrante, Barcelona y Real Madrid igualaron 1-1 este miércoles por el partido de ida de la Copa del Rey en el Estadio Santiago Bernabéu.
Los dos equipos mostraron sus virtudes. Armas tan distintas y tan efectivas. La velocidad parecía letal en el contragolpe madridista. Aceptó la propuesta Barcelona, que por momentos redujo el toque incesante. Fue un primer tiempo intenso: emulando a dos ciclistas que suben un puerto. Subía el ritmo uno, respondía el otro. Lo bajaba el Barça cuando Iniesta echaba a dormir el esférico y el Real Madrid respiraba.
Los catalanes comenzaron ganando el encuentro con un gol de Cesc Fábregas a los 50 minutos de juego. El balón cayó en Messi que cedió a Cesc, un futbolista que lee espacios como pocos. En el mano a mano superó con facilidad a Diego.
El gol dejó anestesiado unos minutos a Real Madrid. Sobrevivió gracias a Varane, enorme en las coberturas, rápido ante Cesc cuando de nuevo se plantaba solo para marcar el segundo.
Barcelona era el dueño del balón, pero el conjunto madridista nunca se dio por muerto. A los 81 minutos, Varane completó su mejor partido con lo único que le faltaba: un centro desde el costado derecho de Özil, lo cabeceó con el alma a la red para generar el desahogo en la parcialidad merengue.
Fue el 1 a 1 final de una historia, que se terminará de dilucidar en el Camp Nou.
La otra semifinal de la competencia la disputarán este jueves Atlético de Madrid y Sevilla.
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