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El círculo vicioso de Nacional

Los DT no le encuentran la vuelta al equipo, los que llegan como estrellas fracasan, los juveniles no andan y el Chino Recoba, que apagaba los incendios, ya cumplió su ciclo
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24 de marzo de 2014 a las 23:14

Gerardo Pelusso dice que repasa una y otra vez su trabajo, que busca soluciones, pero no las encuentra. Los jugadores se reúnen y hablan, hacen autocrítica en la intimidad del vestuario, en la concentración, y cada vez que tienen la oportunidad de hablar, pero tampoco salen de esa crisis que profundiza los números que dejan helado a cualquiera que los asocie con un equipo grande: cuatro puntos ganados en los últimos 27 disputados. Y lo peor todavía parece estar por venir, porque el tricolor debe afrontar cuatro partidos de alto riesgo en las próximas dos semanas (Newell’s, Liverpool el sábado en el Franzini, Gremio y Defensor), en un momento muy delicado para un equipo, que ya comienza a sentir el abandono del hincha que ni siquiera va al Parque Central, su casa.

La imagen de frustración de Nacional fue la que reinó en el entretiempo del partido del domingo ante Juventud, cuando el encuentro todavía estaba 0-0 y Orlando Petinatti, el conductor del Gol de tu vida, la campaña que los tricolores realizan con sus socios, lanzó algunas frases como para levantar el espíritu de los hinchas y desde el cemento solo bajaron tímidos aplausos. El ánimo anda por el piso.

La imagen de bronca e impotencia la mostraron esos mismos hinchas al final de ese partido, cuando despidieron a los jugadores con silbidos como música de fondo para una película de terror, que nadie imaginó.

¿Quién tiene la culpa?

¿Los técnicos? Pasaron cuatro, uno interino, y ninguno le encontró la vuelta. El que estuvo más cerca de lograrlo fue Juan Carlos Blanco, que compartió una pasantía con Gustavo Bueno. En el momento que parecía que habían comenzado a lograr encauzar el rumbo, los dirigentes ya habían decidido el estreno del Rodolfo Arruabarrena.

¿Los dirigentes? Invirtieron todo lo que pudieron, incluso más de la cuenta. En enero de 2013, en el primer período de pase tras el regreso de Eduardo Ache a la presidencia, el titular del club intentó sacudir la modorra con una apuesta a ganador: Sebastián Abreu –el goleador que quería recuperar su nivel para ir al Mundial–, Juan Albín –que llegaba como el diferente para un fútbol que necesitaba figuras jóvenes–, Iván Alonso –un goleador de raza–, Diego Arismendi y el colombiano Efraín Cortés.

En el comienzo de la temporada en curso, Ignacio “Nacho” González llegó como la contratación estrella, igual que Albín, seis meses antes. En enero, tras frustrarse la llegada de Jorge Fucile, el presidente decidió la contratación del golero Gustavo Munúa y el técnico la del talentoso Rinaldo Cruzado.

De todas esas figuras, Abreu ya no está y se fue por la puerta de atrás; Albín, se fue denigrado por los hinchas; Nacho González recibe más críticas que elogios y Cruzado todavía es uno más. Apenas, los goles de Iván Alonso y las atajadas de Munúa resistieron en medio de la profunda crisis del club.

¿Los jugadores del club? Carlos De Pena tiene su última oportunidad en el primer equipo y sigue sin explotar. Una fractura frustró el salto de Maxi Calzada al exterior, que quedó estancado en el club. A Renato César las lesiones le detuvieron su crecimiento. Nano Ramos la rompía en las prácticas, pero cuando llegaba a los partidos no lucía igual. Rafa García sigue siendo una eterna promesa que los hinchas piden, pero no termina de calzar los puntos que exige Nacional. Y, entre los más jóvenes que ya integran el plantel, los dos diferentes son Gastón Pereiro, el mejor y que está a la altura de las últimas ventas de Nacional a Europa, y Nicolás Prieto. Mascia está en el medio. Los demás solo practican: Espino, Dorrego y Gorga.

Para colmo de males, el que aportaba las soluciones mágicas, el Chino Recoba –el mismo que le regaló el título en su primer y único año como DT a Gallardo–, se quedó sin resto físico. Se apagó.

De todas formas, lo más increíble de todo en este círculo vicioso, es que la culpa es de todos y de nadie –porque en el fútbol difícilmente se señale a los jugadores como responsables de algo–, y que pese a que el equipo de Pelusso no tiene argumentos futbolísticos para pelear la corona, si el fin de semana le gana a Liverpool sigue en carrera por el título.

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