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El Cabo de la Vela: un Caribe desértico

En la costa de Colombia, conjuga la aridez del desierto con la vida de un mar de ensueño y la cultura indígena del pueblo wayuu
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20 de mayo de 2017 a las 05:00
El refugio de los indígenas wayuu se convirtió en los últimos años en una parada popular dentro del circuito de mochileros en América Latina. El paisaje surreal de un desierto en el Caribe hace del Cabo de la Vela, en la costa noreste de Colombia, un destino exótico. Pero las aguas cristalinas que alberga el lugar golpean contra una realidad que exige un turismo responsable.

El camino para llegar al Cabo de la Vela parece salido de una escena de Star Wars. La tierra sedienta revela su aridez entre los cactus y tiñe de tonos marrones-rojizos todo lo que encuentra a su paso, mientras los espejismos descolocan más de una vez la retina. Cuando uno llega la postal es aún más alucinante: es un desierto con la particularidad de estar delimitado por el mar Caribe.

Las construcciones fabricadas con yotojoro, madera que se extrae del corazón del cactus y que predomina en los hogares de los nativos de la zona, se amalgaman sin esfuerzo con aguas turquesas y cristalinas que regalan cierta dosis de frescura. Los paisajes desérticos, los vientos constantes y las aguas calmas hacen del Cabo de la Vela la meca del kitesurf y del windsurf en Colombia, por lo que es frecuente ver el mar salpicado de tablas y cometas de colores.

Para completar la postal hay tradicionales barcitos costeros que ofrecen jugos de frutas y platos con base en pescado, patacones (plátano verde prensado y frito) y arroz, que tientan a cualquier turista. Y la brisa es caliente, aun frente al mar.

Cómo llegar

Cabo de la vela
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Desde Riohacha (capital de La Guajira) se toma lo que se conoce como "colectivo" (un auto compartido) hasta la ciudad de Uribia (capital indígena de la región).

El costo es de poco menos de $ 150 uruguayos por persona. Luego está la opción de elegir entre una camioneta 4x4, con un costo de poco menos de $ 250 por persona, o un camión, que cuesta $ 200 y es bastante más lento. Conviene comprar agua y algo de comida en Uribia, ya que los precios suben considerablemente.

"En el Cabo de la Vela no hay mucho para hacer, solo descansar y relajarse", dicen los conocedores.
Y aunque es cierto que no son tantos los puntos explotados por la industria turística, también es verdad que este sitio sagrado llamado Jepirra, el lugar geográfico por donde las almas de los wayuu salen hacia su descanso eterno, ofrece experiencias culturales muy ricas.

El visitante podrá estar en contacto con los ancestrales wayuu, el pueblo indígena más numeroso de Colombia, ver sus rancherías y contemplar su arte milenario: el tejido. Aunque será testigo al mismo tiempo de la penetración voraz del capitalismo y el deterioro que le produjo a esta etnia.

La naturaleza convierte tanto al Cabo como a Punta Gallinas (ver recuadro) en destinos que vale la pena visitar. Pero la realidad de los indígenas de la zona también genera una necesidad de responsabilidad y conciencia por parte del turista.

Por eso recomiendan informarse acerca de la problemática de la región de manera de acercarse con mayor comprensión cultural al lugar. Si se va a comprar artesanías es importante apreciar su valor humano y patrimonial.

Lo más al norte en Sudamérica

Cabo de la vela
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Punta Gallinas es el punto más al norte de Sudamérica, y está a unos 130 kilómetros por carretera del Cabo de la Vela. Para llegar ahí es necesario contratar una 4x4, que puede ser individual o compartida con otros turistas. El precio de la camioneta, que ronda los $ 1.200 uruguayos, incluye un tour que vale la pena hacer. Se pueden visitar las dunas de Taroa, montañas de arena blanca y fina que conducen a una playa donde es imposible no tomar un baño de agua fría. Allí hay pequeñas esculturas formadas por piedras que fueron hechas por los viajeros (en su mayoría mochileros), que adornan el lugar haciéndolo aún más hermoso. Otros de los paseos que se pueden hacer, aunque tienen un costo extra, es recorrer en lancha las islas aledañas, avistar flamencos y observar su delicadeza casi acalambrante o ir a la playa La Boquita a disfrutar del atardecer. En el lugar hay únicamente dos posadas y ambas ofrecen servicio de restaurante. Aunque está la posibilidad de dormir en una habitación o en carpa, la mayoría de los visitantes optan por la opción del chinchorro (hamacas paraguayas tejidas a mano en telar vertical por los wayuu). La poca luz eléctrica permite contemplar cielos completamente estrellados, en postales que arrancan suspiros.

Buenos planes

Faro
Puestas de soles únicas prometían algunos locales en El Faro, otra montaña del paisaje local que ofrece magnífica vista al mar. Para llegar a lo alto y ver el atardecer más bello del lugar se puede caminar, ir en mototaxi o contratar un tour (los precios son muy accesibles). Y el sol efectivamente se pone hermoso en el mar Caribe.

Playa Arcoíris
En esta playa el agua del acantilado crea un prisma con la luz solar formando pequeños arcoíris en la orilla. El espectáculo es extraordinario.

Cuevas del Diablo
Se trata de una formación de rocas perforadas naturalmente por el agua a orillas del mar, por donde la corriente de aire del lugar pasa creando sonidos macabros.

El Ojo del Agua
Es una pequeña corriente de agua dulce que forma una piscina en medio del mar. La playa es de arena fina y se convierte en un sitio excelente para tomar sol y relajarse.

Pilón de Azúcar
Para llegar es necesario atravesar caminos de tierra seca delimitados por cactus con bolsas de nailon a los costados. Esta pequeña montaña sagrada incrustada en el mar parece más difícil de subir de lo que realmente es. Se necesitan poco menos de 15 minutos para llegar y contemplar los mensajes de algunos viajeros sobre el suelo. La panorámica es majestuosa, y en lo alto hay un altar de la Virgen de Fátima. Más abajo, una playa con agua fría que se enmarca entre paredes de tierra seca y olas que golpean contra las rocas. Es un buen lugar para pasar la tarde porque además de la playa y la montaña hay un sitio para comer y protegerse del sol.

Desierto
El paisaje en el Cabo de la Vela es extremadamente árido, aunque a corta distancia se puede ver el cristalino mar Caribe.

Alojamiento
Hay diferentes sitios para hospedarse en el Cabo de la Vela, pero el Kite Center
Eoletto es la mejor oferta, ya que está alejado del bullicio del centro y brinda lecciones de kiteboarding & windsurf para principiantes y avanzados.

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