Después de los Juegos y tomada la decisión de cambiar de clase, Foglia le pasó a la Dirección Nacional de Deportes (Dinade) un posible presupuesto del barco y también de la campaña olímpica.
En Europa analizó la conveniencia de comprar un barco nuevo o uno usado. Al final optó por lo primero. La Dinade le prometió su apoyo antes de retornar en setiembre a Barcelona tras algunos días de incertidumbre.
“Cuando entregue una seña por el barco lo empiezan a construir. Yo me voy el 10 de enero y espero señarlo antes de esa fecha. Ya le avisé a las autoridades del Yacht Club Uruguayo que se contactaron con la Dinade”, expresó.
Con el nuevo barco, que costará unos €20.000, cambia todo. “Con el Laser nos daban un barco y una vela y todos corríamos en igualdad de condiciones, en Finn cada uno tiene su propio barco, su diseño personalizado de vela y su palo con el material que se desee. Es un barco más técnico y más físico, porque la vela es más grande”, contó. “Desde los 12 nudos de viento existe lo que se llama bombeo libre, donde te podés mover como quieras y podés tirar de la vela las veces que quieras cuando vas en popa para ir más rápido. Es físicamente mucho más exigente”, reveló el uruguayo.
Foglia corrió en Londres con un peso de 84 kilos y para hacerlo en esta clase debe subir a 92 kilos. “En setiembre empecé un plan de entrenamiento con el Oso (Óscar) Gadea y basado en gimnasio y dieta ya estoy en 89 kilos”, reveló. “La preparación para Río 2016 ya comenzó; a pesar de no tener barco ya estamos con toda la preparación física”.
El Finn es un yate de un solo tripulante que es clase olímpica desde los Juegos Olímpicos de Helsinki 1952. Fue diseñado por el sueco Rickard Sarby en 1949 y ha tenido muy pocas modificaciones desde entonces. Al igual que otras clases internacionales muy extendidas y competitivas a lo largo del tiempo, como la clase Snipe, ha desarrollado muy pocas mejoras para evitar dejar obsoletas las unidades existentes, y estas mejoras se han limitado básicamente a la adaptación de nuevos materiales en su aparejo, pasando de los mástiles de madera a los de aluminio a partir de los Juegos Olímpicos de Múnich 1972 y recientemente a los de fibra de carbono.
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