El auge de la protesta estilizada

En La Libertad guiando al pueblo de Eugène Delacroix, uno de los cuadros más impresionantes de los que se exhiben en el Louvre y símbolo máximo de la República Francesa, una mujer (Marianne, la figura alegórica de la “Libertad, Igualdad y Fraternidad”) conduce a sus congéneres hacia la rebelión. El óleo, considerado como la primera pintura moderna que celebra la insurrección, conmemora la Revolución de 1830 en Francia, que supuso la llegada al trono de Luis Felipe I. En la pintura, Marianne sostiene la bandera francesa con un brazo y un fusil con el otro. Su imagen se levanta sobre los cuerpos de varios compañeros muertos.

En estos días se ha viralizado una foto de las protestas en Turquía, a través de Facebook y recogida por el portal The Huffington Post, que se asemeja mucho al cuadro de Delacroix. En la imagen se ve a un grupo de personas, entre las que destaca una joven con un hombro descubierto (como Marianne) extendiendo el brazo de una forma que parece como si agarrara la bandera turca que se encuentra detrás. En realidad, con su mano está haciendo el símbolo de la paz y en vez de emerger de entre un montón de muertos lo hace sobre piedras de gran tamaño. La diferencia no es menor: la foto habla de una protesta pacífica y de un movimiento que se para sobre un régimen en descomposición (ver página 22).

La foto también pone de manifiesto otros aspectos. Uno es la influencia de las redes sociales en las protestas ciudadanas, algo que es evidente hace tiempo, desde la primavera árabe a la popularización de movimientos como los Indignados u Occupy Wall Street. Pero muestra además cómo la estilización de la protesta va ganando terreno en tiempos en los que la estilización se ha convertido en un patrón posmoderno.

Al respecto, el filósofo francés Jean Baudrillard argumenta que las sociedades de consumo posmodernas están organizadas alrededor del predominio de las imágenes y los símbolos, lo que genera una estilización en la que la realidad y la imagen se confunden.

La dama de rojo

Recientemente se ha viralizado también otra imagen de las protestas en Turquía. Es la de “la dama de rojo” del fotógrafo de Reuters, Osman Orsal. En ella se ve se ve a un policía que le tira gas lacrimógeno a una mujer en actitud pacífica y con un bonito vestido rojo.

La foto se convirtió en un símbolo de la protesta, no solo en las redes sociales sino que fue utilizada en carteles, caricaturas y stickers.

La imagen no solo muestra la violencia de las fuerzas del orden ante manifestantes pacíficos sino que pone en el centro de escena a las mujeres, claves en las reivindicaciones en contra del gobierno de Recep Tayyip Erdogan.

No obstante, “la dama de rojo” también deja en evidencia la estilización de la protesta, cuyo riesgo no solo conlleva la banalización.

Cuando Neda Agha-Soltan fue asesinada en 2009 durante la primavera árabe iraní, su bello rostro recorrió el mundo como símbolo de la brutalidad del régimen de Mahmoud Ahmadinejad. No obstante, la foto que se popularizó no era la de Neda Agha-Soltan sino la de profesora universitaria Neda Soltani, cuya imagen fue tomada de su cuenta de Facebook por los medios internacionales. La imagen se viralizó de tal manera que sus esfuerzos por desmentir la farsa no fueron escuchados por la prensa mundial ni por la oposición iraní.

El ministerio de inteligencia del país asiático pensó que la confusión era la excusa perfecta para negar la muerte de Agha-Soltan.

Soltani se negó a cooperar y la acusaron de traición y de ser agente de la CIA, lo que podía implicar una condena a muerte. Con ayuda de sus amigos, la profesora consiguió exiliarse en Alemania.

Su rostro se había convertido en sinónimo de revolución. Pero era una mentira. La imagen le ganó a la realidad.