En el país del fatalismo hace tres o cuatro meses atrás Diego Forlán no podía jugar más en la selección. Su ciclo se había cumplido. Los predictores de turno anunciaron su final.
Los argumentos: que su rendimiento había mermado, que los cambios de club le hicieron mal, que la edad comenzó a pesar.
Fueron tiempos en los que Edinson Cavani tiraba de ojos cerrados y la pelota terminaba besando la red. Y se generó la locura con el delantero de Napoli.
Los cuestionamientos para el entrenador fueron de todo tipo debido a que lo hacía cumplir una función que no era la adecuada, según los entendidos de turno.
El bajón futbolístico del equipo generó algunos cambios. El técnico dio paso a otras alternativas. Rompió la tradicional estructura del mediocampo con los dos tractores por una que le pudiera aportar al equipo otras cosas.
El movimiento de piezas generó que se jugara con dos puntas. Y la primera opción la tuvieron Cavani y Suárez.
Pero claro una eliminatoria reúne condimentos especiales. Son tan espaciados los partidos que los momentos de los futbolistas no son los mismos de una doble jornada a la otra.
La semana de entrenamientos previo al partido con Paraguay se inició con una frase de Tabárez, cuando le preguntaron por Forlán, que dejó pensando.
“Nosotros siempre consideramos que era un jugador muy importante. En ningún momento pensamos, como algún clamor popular –no hay que olvidar lo que sucedió hace poquitos meses– que ya no estaba para jugar, y ahora hay gente que dice que debe jugar de cualquier manera. Forlán está imbuido en un proceso que empezamos después de lo que nos sucedió (en 2012), que pasó por los partidos con Polonia y España y que va a ser la continuación de eso”.
El tramo final de la frase generó la incertidumbre sobre la presencia de Forlán en el equipo. A juzgar por lo que había dicho el DT no jugaba. Pero esas eran meras especulaciones periodísticas.
El martes Tabárez paró tres equipos. Forlán alternó. Hasta ese día amplía mayoría para Cavani.
Pero la historia comenzó a cambiar de protagonista a partir del miércoles. Forlán inició el entrenamiento con la oncena titular y Cavani esperó.
El trabajo del jueves, el que se dedica a las acciones de pelota quieta, pasaba a ser el definitivo para que los periodistas erradicarán las incognitas porque Tabárez ya tenía definida la oncena.
Sobre el mediodía trascendió la versión de que el entrenador había dado la integración en la charla previa y le había dicho a Forlán que no jugaba.
Pero mire como son las cosas. Cuando salieron a la cancha y luego de los trabajos de calentamiento, llegó el momento de repartir los chalecos. Y Forlán se llevó el rojo que identificó a los titulares.
En primera instancia no tomó parte del movimiento pero luego fue llamado para ejecutar las acciones de pelota quieta.
El equipo que ensayó las jugadas de balón detenido durante toda la práctica, y sin cambios, estuvo conformado por Fernando Muslera; Maximiliano Pereira, Diego Lugano, Diego Godín y Álvaro Pereira; Álvaro González, Diego Pérez, Nicolás Lodeiro y Cristian Rodríguez; Luis Suárez y Diego Forlán. Con esta oncena el entrenador confirma la tendencia que viene manejando desde el amistoso con Polonia.
Busca un mediocampo que le permita tener la pelota y mirar con otros ojos el arco de enfrente.
Por derecha hay una dupla que se conoce a la perfección desde las juveniles de Defensor Sporting como Maximiliano Pereira y Álvaro González.
En el otro sector buscará desequilibrar con la claridad de Lodeiro y la potencia física de Cristian Rodríguez.
Confirmada la presencia de Forlán en la ofensiva, acompañando a Luis Suárez, ahora se inicia el juego periodístico.
Estarán quienes argumenten que está bien, que se debe aprovechar su buen momento. Y los otros. Todo es opinable. Pero con un pequeño detalle en el que nadie repara: ¿Quién observó algún partido completo de Forlán en Inter para afirmar con contundencia que pasa por un gran momento? Casi nadie, salvo el entrenador, porque acá llegan los goles. La verdad la tiene Tabárez que convivió a lo largo de la semana con los futbolistas. La cancha tendrá la respuesta si acertó o la elección no resultó como pensaba.
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