Duerme cada vez más cómodo

La semana previa había sido complicada para el plantel por la situación que vivió Walter López a quien procesaron sin prisión. También para el club por haberse descubierto la venta de entradas para el partido con Vélez del jefe de la barra a una persona que terminó en prisión. No era el mejor escenario para jugar, ya que todo repercute en la cabeza de los jugadores.

Por otro lado, Bella Vista, el club que estuvo a punto de no comenzar el campeonato por problemas económicos. El mismo que sus futbolistas llegaron al estadio en taxis, a los que la Policía no dejó pasar hasta el vestuario y que incluso tuvieron algún encontronazo e insultos mutuos.

Una vez más la que habló fue la cancha. Peñarol propuso de entrada ante un rival que con el técnico Julio Ribas a la cabeza, fue exclusivamente de respuesta. Si no, hay que ver cómo paró a los 11. Línea de cinco en el fondo con cuatro volantes por delante y arriba, solo Laens. Ribas planteó el partido como si fuera a jugar ante Barcelona en el Camp Nou y se equivocó feo.

¿Por qué? Porque cuando hizo los cambios promediando el segundo tiempo, se vio que Peñarol no es inexpugnable ni mucho menos.

Bella Vista lleva 504 minutos sin hacer un gol, va último y de seguir así, peleará seguramente por no descender.

Peñarol se contagió en el primer tiempo. Vio que su rival no atacaba y lo atacó, pero sin mostrar demasiado. Tal como lo hizo la semana pasada ante River –un adversario mucho mejor que el del sábado– se dio cuenta de que le alcanzaba con poco. Y entonces inconscientemente ahorró energías pensando en el trascendente partido del martes por la Copa ante Vélez en Buenos Aires. Así de sencillo.

Pero le salió demasiado bien. Cuando un equipo se defiende con 10 hombres como hizo Bella Vista, la mejor manera de entrarle es haciéndolo con paredes o, de lo contrario, sorprender con tiros de larga distancia.

Las dos opciones fueron utilizadas, pero la que más funcionó en el primer tiempo fue la segunda. Así llegó una habilitación de Aguirregaray para que Estoyanoff le rompiera el arco a Nanni.

Olivera ya había anunciado con un cabezazo al travesaño y Zalayeta también, con otro que pasó zumbando el palo.

Como contrapartida, el único tiro al arco del papal fue a los 34 minutos por intermedio de Freitas. Muy poco. Prácticamente nada.

Estaba todo servido para Peñarol, era demasiado fácil ante un rival anunciado, casi con miedo escénico que solo esperó.

Sebastián Gallegos mostró un buen repertorio futbolístico, llegando en profundidad, habilitando a sus compañeros y transformándose de a poco en figura junto a Estoyanoff.

Por eso no extrañó que tras una gran habilitación de Olivera al comienzo del complemento, estampara el 2-0 que fue definitivo para todo. Se cerró el partido porque Peñarol no quiso apretar más el acelerador y porque Bella Vista no tenía.

Fue la jornada soñada para los de Da Silva que se volvieron a llevar tres puntos sin mostrar demasiado, –en los que Pacheco alternó 45 minutos para que seguirse fogueando–, para jugar casi sobrados y quedar momentáneamente en la punta del Clausura. A ello cabe agregarle que aprovecharon la derrota de Defensor al que le sacaron cinco puntos en la Anual y, con un partido más jugado, siete a El Tanque y 10 a Nacional.

Peñarol vive el sueño del pibe y no se quiere despertar.