Cómo corre esta criatura. Esa podría ser la traducción literal de lo que expresó el aficionado brasileño que observaba asombrado cómo Don Oliver H dominaba las acciones y se encomendaba al disco, con total holgura, del Gran Premio Pedro Piñeyrua (G1-URU), la tradicional milla de Reyes, que se largó unos pocos minutos mas tarde de la pactada hora 18.35.
Es que realmente impactó cuando entró en acción el hijo de Hardy. Parecía que recién había largado, mientras sus compañeros de ruta quedaban congelados, viendo cómo el pupilo de Walter Báez cobraba cuerpos y cuerpos a su favor.
La conducción de Guido Damián Bonacci fue tan perfecta como la actuación del defensor del stud Bilo y Cochile. Lo puso en el fondo del lote en la primera parte del recorrido. En pleno codo, sin perder casi un metro, fue arrimando lentamente antes de ingresar en la recta. Sorteó un pequeño escollo en los 300 finales y de allí en más impactó a propios y ajenos, cerrando su esfuerzo al detener el cronómetro en muy buenos 1.34.89 para recorrer la distancia pactada en una pista que a esa altura se encontraba aún pesada.
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