Novak Djokovic, además de un exquisito jugador de tenis, es el número 2 del mundo y sorprende a la afición mundial no solo por lo técnico de su juego, sino por su carisma irrefutable.
Dueño de una asombrosa capacidad de imitar a personalidades y rivales de su deporte, el serbio muestra todo su histrionismo como una forma de coraza, ya que su infancia fue muy dura.
Al igual que otros referentes de la raqueta serbios, Djokovic creció en plena guerra de los Balcanes y sus padres debieron emigrar por salvar a sus hijos.
"Es el frontón en el que peloteaba junto a Jelena Gencic. Aún con señales de las bombas pero sigue en pie" escribió en su cuenta de Twitter seguido de la fotografía.
"Nos despertábamos entre bormbardeos y vivíamos en el sótano de la casa de mi abuelo, junto a mis padres, mis tíos y mis hermanos", agregó Nole a la cadena CBS.
Jelena Gencic, fallecida en junio de 2013 a sus 77 años, fue quien descubrió el potencial de Djokovic cuando tenía seis años y lo entrenaba en una piscina vacía destruida por la guerra.
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