Fútbol > ENTREVISTA-GERARDO ARIAS

"Dios siempre me cuidó"

El representante habló de la cárcel, del carnaval, de Tabárez, de Casal, de los jugadores de la selección y de su vida en el fútbol
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19 de marzo de 2017 a las 05:00

¿Qué es el barrio la Unión para usted?

Mi vida. Basáñez, la Unión, lo más grande.

¿Y el club Unión que ya desapareció?

¡Uh! Sin palabras. Me iba a bañar ahí porque no tenía agua en mi casa. Mi hermano jugaba al básquetbol y yo también en mini. Íbamos a practicar para bañarnos y salíamos limpitos.

¿En su casa no tenían agua? ¿Cuántos años pasaron así?

Hasta los 16 años. Pero si Dios me diera la oportunidad de vivir de nuevo, quisiera vivir lo mismo.

Porque usted sigue viviendo ahí.

En el mismo lugar en el que nací. No me mueve nadie de ahí.

Es porque se siente bien, porque no le gusta aparentar...

Porque me siento bien, porque no quiero perder mis raíces, no quiero perder mis amigos del barrio, no quiero perder el barrio y porque no me quiero marear. ¿Viste que casi todos se marean? Compran casa en Punta del Este, motos, lanchas y capaz que se olvidan que el padre maneja un taxi o la madre vende tortas fritas. Dejame ahí quietito que los conozco a todos.

¿Le duele que haya desaparecido el club Unión?

Sí, mucho. Pero yo lo voy a recuperar, igual que a Los Saltimbanquis, igual que a Basáñez. Ahora esta Humberto Schiavone, Paco (Casal) está ayudando, lo voy a sacar adelante al barrio, como tiene que ser, voy a quedarme tranquilo y los voy a poner donde tienen que estar tanto Unión como Basáñez.

¿Cómo va a hacer?

Con gente, con amigos, ayudando económicamente para que los gurises del barrio jueguen al básquetbol o al fútbol y tengamos un lugar de reunión. Quiero que vayas a mi barrio. No hay nada. No hay una panadería, no hay un almacén, no hay un bar, no hay una cantina. Nada. Parece que fuera un desierto, pero bueno, es la política que tenemos.

En la cancha de Unión se armaban cada piñatas bárbaras.

Muchas. Y ahí tenías que aprender a defenderte. Éramos mal arriados, como se dice en la jerga. Muchas piñatas. Quiero recordar al Oreja González (expresidente de Basáñez ya fallecido) que fue mi hermano mayor. Lo crió mi vieja. Hoy no lo tengo, pero era el hermano de la vida. Nos criaba, nos cuidaba, nos defendía, un fenómeno.

Era salado ahí.

Era muy salado. Te voy a contar una anécdota. Teníamos una barrita de seis o siete de 13 o 14 años y el mayor era el Oreja. Íbamos al club Canillitas y hacían 10 peleas avanzada la noche. Te daban $ 2 o $ 3 para que pelearas. Hacían subir gurises para que el que supiera más de boxeo, te rompiera todo. Hicimos subir al Pelado Felipe y lo mataron a palos. Nos bajamos, lo abrazamos y nos fuimos todos llorando con él para casa. Y el Oreja que era el mayor dijo: "Yo voy a aprender boxeo y a este que te pegó Felipe, lo voy a romper todo por lo que te hizo". Y ahí arrancó el Oreja. Nunca vi una persona tan guapa como él. Mirá que conozco muchachos, bandidos, muchachos de la vida. Como el Oreja González no conocí ninguno.

De ese club Unión usted y su hermano salieron y ganaron con Los Saltimbanquis.

Salí con Los Saltimbanquis en 1979 con 15 años. Después gané en 1981 y en 1984. Siempre le agradezco a Cachete (Enrique Espert, dueño de la murga). Siempre le digo a mis hijos que gracias a Enrique soy lo que soy. Nunca se lo dije, pero se lo voy a decir. Éramos gurises de 14 años que pasábamos en la calle porque mamá limpiaba pisos y el Cachete me agarró, me metió en la murga, me encaminó, me hizo un hombre, y se lo tengo que decir. Y un día se lo voy a decir.

¿Y cómo era como jefe?

Un fenómeno. Hoy en día me llama: "Melli, ¿cómo estás? ¿Necesitás algo? ¿Está todo bien? ¿Estás más tranquilo? Quedate tranquilo que te está yendo bien". Un padre. Yo era muy amigo de su hijo Richard. Íbamos para El Kinto en la Plaza Libertad. Conocimos desde Rosa Luna a todo el mundo. Me cuidaba como un hijo. Son cosas que la gente tiene que saber: que Enrique es muy buena gente.

Y su hermano cantaba bien.

Tenía mejor voz que yo, era más melódico. Salimos con Canario Luna, con el Chino Balbuena, con Carlitos Prado, con el Bebe Correa, con Juan Ayusto, con el Flaco Morgade, con Sergio Correa que para mí fue la mejor voz que oí en la historia del carnaval. Un animal. Son todos monstruos.

En aquella época había más pica entre las murgas, ¿no?

Yo me río con lo que veo hoy. Nosotros hacíamos 14 o 15 tablados por noche. Y había que cantar ¿eh? Había que cantar con estos monstruos. ¿Sabés como soplaban? Y era otra cosa. Tenías que estar preparado. Ahora hacen tres o cuatro tablados por noche. En todo Montevideo hay seis tablados. Ha cambiado mucho. Y si Enrique (Espert) no da un giro de timón, el carnaval se termina.

¿Nunca se lo dijo?

Sí, se lo dije. Le pedí que hiciera dos tipos de murga: murga compañera y murga-murga. Se ve que no puede. Le voy a decir al Gato Morgade que es amigo. Si no fuera por los Zíngaros o alguna murga más, se termina el carnaval. Si no fuera por los viejos, Pinocho Sosa, Miguel Villalba, no había carnaval.

¿No va al carnaval?

No, solo voy al club Malvín porque tengo una mesa, pero al Teatro de Verano no fui nunca más. No voy porque me enojo. Porque las murgas no cantan, hacen teatro, tienen que cantar 45 minutos y hablan 25, no tienen tercia, parece que hicieran un asado y entonces me caliento y no voy.

En aquella época había una pica bárbara entre Enrique y Eddie Espert por sus grupos.

Había una pica sana entre los hermanos porque Eddie sacaba Los Pierrots y salían Los Saltimbanquis que eran de Enrique. Eddie también supo ganar con sus Arlequines.

Usted dejó de salir porque tuvo un problema en las cuerdas vocales ¿no?

Me operaron cuatro veces de las cuerdas vocales y quedé así. No pude cantar más y fue la desgracia más grande que tuve en mi vida. Cantar era lo más lindo. Nosotros teníamos ocho años y salíamos por 8 de Octubre hasta Propios, entrábamos en tres o cuatro bares, sabíamos dos canciones nada más: "Puerto Santa Cruz" y "A mi gente". Ya nos conocía el barrio, nos daban monedas y veníamos corriendo a darle la plata a mamá para que hiciera de comer. Me operó el cuñado de Paco, Sergio Ramos, un fenómeno, y gracias a Daniel "Pitongo" Delgado. Si no fuera por él, no sé si estaría vivo. Un día me fue a buscar a casa para llevarme a operar y le estoy agradecido de por vida. Él pagó todo.

Tiene un hermano gemelo.

Sí, un hermano mellizo, Álvaro "El Toto" (padre de Maximiliano, el jugador) que tiene venta de ropa interior en el barrio Reus y al que le está yendo muy bien.

Me imagino que lo confundieron varias veces con su hermano.

Una vez, yo ya era el Boca, no preguntes por qué, pero ya andaba haciendo cosas, él me pidió plata para ir a Miami para traer bijouterie. Se bajó en el aeropuerto, lo agarraron los botones, lo mataron a palos, pensando que era yo. Vino llorando a mi casa con su mujer y me mostraba cómo le habían dejado la barriga y el pecho de pegarle y me decía "no aguanto más Boca, no aguanto más". Así que si tendré anécdotas para contarte. Él siempre fue un pan de Dios, no toma alcohol, jugó al básquetbol, conoció a la mamá de Maxi hace 36 años, se ennoviaron y hoy trabajan 12 horas por día y de ahí no lo sacás.

¿Por qué lo buscaban a usted cuando lo confundieron con él?

Porque uno andaba haciendo alguna cosa para poner el agua en casa, o para comer. Como no tuvimos papá, lo único que teníamos era mamá, de chicos hacíamos alguna diablura. Pero bueno, quedó en el olvido.

¿Sintió mucho la ausencia de su padre?

Yo no. Mamá fue padre y madre toda la vida. Nunca sentí nada. Siempre tuvimos su apoyo, nos educó a la antigua, que a la antigua hoy hay muy poca gente criada. Nos crió con códigos. Hoy salís del baño y no podés salir con el torso desnudo, tenés que salir con una remera. No recuerdo que me haya pegado. Mamá tiene 84 años y te miraba y ya te decía todo.

Hace un tiempo su hermano pasó un tema complicado y usted lo acompañó.

Como tiene que hacer un hermano. Él padeció cáncer de garganta y me junté con Ney Castillo y con Pedro Abuchalja, dos hermanos de la vida, les dije que me hablaran de frente y Ney me dijo que en seis meses se moría. Arreglé todo, al otro día nos fuimos a una clínica importante en Miami y hoy no tiene nada, gracias a Dios. Está cero kilómetro.

Es que el dinero a veces ayuda.

En todo ayuda. El que diga que no ayuda, miente. Es mi pensamiento. En ese momento ayudó y salvó a mi hermano.

¿Qué quería ser de chico?

Jugador de fútbol. Y hoy con la edad que tengo, me siento en la tribuna y en mi cabeza pienso que puedo jugar y no hay nadie que me diga "mirá Boca que ya sos un viejo, que no servís para nada", pero yo creo ser un jugador de fútbol.

Se crió en un ambiente pesado. Además, le gusta la noche.

Sí, mucho. No hay día que no me acueste a las 2 o 3 de la madrugada.

¿Aprendió algo de haber vivido cosas negativas?

Aprendí todo. Siempre les digo a mis jugadores que no hay un libro que diga calle. Si no la tenés... He puesto y dicho muchas cosas de las que aprendí en la calle y las puse en el fútbol. En el fútbol no hay códigos, no hay nada. Entonces me ha ido muy bien en el fútbol porque mantengo los códigos de mi niñez. Y yo se lo enseño a mis hijos, a mis jugadores. A Junior (Arias) la vez que lo fue a buscar la hinchada de Peñarol le dije: "¿Por qué no se peleó?". Te tenés que pelear. Lo más lindo que hay es pelearse. Lo más lindo que hay es la calle. No creo que haya otro libro mejor que la calle.

¿Cuál es el plato preferido que le hacía su madre?

La pasta casera de los domingos y cuando juntaba a la familia que la extraño mucho porque ahora la tengo con un derrame cerebral hace dos años y no me hace la pasta. Una fenómeno (se emociona).

¿Le gusta más agarrarse a las piñas que eso?

Sí, soy muy mano larga. Salí a mamá, no me gustan las injusticias. Sí, me gusta pelear.

¿Y perdió muchas veces?

Más de las que gané. Me rompieron el caballete, tengo más tiros arriba que calzoncillos...

¿Y por qué tiene tiros arriba?

Porque se han perdido los códigos, ahora no te pelea más nadie, te tiran de atrás, te mandan lastimar por un menor. Pero gracias a Dios, camino solo todas las noches y me respeta todo el mundo.

Pero más allá de los códigos, ¿qué autocrítica hace de por qué hay gente que quiere matarlo o lastimarlo?

Matarme no. Problemas que uno ha tenido en la vida y a veces terminan mal. Pero sigo levantándome, saliendo en la noche a todos lados solo. Hay otra gente que se va del país, otros que andan con auto blindado, otros que andan con guardaespaldas, otros que andan con policías. Yo ando solo todo el día. Un hombre tiene que ser así, demostrar que es un hombre.

Pero con esos tiros que le pegaron, ¿alguna vez estuvo cerca de la muerte?

No, gracias a Dios. Se ve que corro mucho y me pegan en los talones.

Tiene un Dios aparte entonces.

Sí. Dios siempre me cuidó. Si caminás bien en la calle, Dios siempre te cuida y siempre te va a abrir las puertas. Es lo que nos pasó a nosotros. Con nuestra ignorancia, mi hermano tiene cinco tiendas y yo soy representante y nos fue muy bien.

Habla mucho de la palabra códigos tanto en la vida como en el fútbol. En la vida, ¿por qué se perdieron los códigos?

En este país moderno que tenemos, pusimos códigos. En mi época no existía la palabra código. En mi época tenías que ser un hombre. Eras un cobarde o eras un milico.

¿Eras un cobarde, un hombre o un milico?

En mi época, en la dictadura, era así. No había términos medios. Ahora le echan la culpa a internet. Todo ha cambiado mucho.

Cuando dice que se perdieron los códigos en el fútbol, ¿a qué se refiere?

Nunca estuve en el fútbol. Me metí gracias a Fabián O'Neill, a Paolo Montero, al Negro Méndez, al Loco Abreu, que me decían que fuera empresario porque yo era derecho. Mirá que yo estuve en cosas pesadas, pero nunca vi cosas tan asombrosas como en el fútbol. Te afanan US$ 1 millón y al ratito te dan la mano. Me asombró. Por suerte, le agarré la mano, me respetan y me está yendo muy bien.

¿En qué cosas pesadas estuvo?

En las que está cualquier muchacho joven que quiere salir de pobre, que quiere salir de abajo. Se junta, se equivoca mucho, pero gracias a Dios, uno tiene lo que le enseñó su madre. Un día dije "¿qué estoy haciendo?", entonces colgué los zapatos y ahora soy empresario. Lo lindo de la vida y de tener una madre así.

¿Estuvo preso alguna vez?

Estuve en Cárcel Central. Me comí unos meses ahí y me largaron.

¿Por algún tema pesado?

No, un tema de contrabando. Me remitieron a Cárcel Central, pero salió todo bien.

¿Y qué quedó de aquel zaguero de Basáñez?

Todo. Cuando estaba (Alexis) Rolín en Catania, también voy a ver a Dieguito Laxalt, me entreveraba, jugaba con ellos, me hago el Maldini y te dicen "Boca, no podés jugar ni a la bolita", pero juego igual.

Tenía una Yamaha 50.

Sí. Salíamos en Saltimbanquis, horramos todo el carnaval con mi hermano, nos compramos esa moto; la usábamos los dos y andábamos todo el día en ella.

¿Puede ser que después se compró un Fiat 128?

Sí, un Fiat 128 gris, fue mi primer auto. Le pusimos llantas, le pusimos ¡casetero!, si hará años. Y parecía que andábamos arriba de una Ferrari. Pero para nosotros era una maravilla. De la nada, tener un autito y trabajar, que no quedaba otra.

Vuelvo al tema de la noche. ¿No le jugó en contra en su vida?

Me gusta la noche, pero, por ejemplo, no tomo alcohol. Hace 23 años que no tomo. Y no me drogo. Pero el pensamiento clásico del uruguayo es "el Boca se droga, toma cocaína y toma alcohol". Entonces no le voy a explicar a todo el Uruguay.

¿Y por qué hace 23 años que no toma alcohol? ¿Hizo una promesa?

Le prometí a mis dos hijos que estaban dormiditos y dije: "No tomo más" y no tomé más.

Pero, ¿hizo muchas macanas cuando tomaba?

Sí, muchas. Pero más que nada, cosas de la noche o de la vida que te lleva el alcohol.

¿Trabajó en una cuadrilla de Antel?

Sí. Yo andaba en la noche y Richard Gamborena, gran jugador de básquetbol y Juan Acosta, jugador de fútbol, me llevaron a trabajar en una cuadrilla de Antel.

¿Y qué hacía?

Nada. ¿Qué voy a hacer? Nada. Marcaba la tarjeta y no hacía nada. Cobraba a fin de mes.

¿Pero no manejaba ni la camioneta?

Nada. Nada de nada. Iba y a veces como venía de la noche, me dejaban dormir. Al terminar el trabajo y me decían: "Boca, levantate que terminamos el trabajo" y me iba para casa. Unos fenómenos. ¡Cómo me cuidaban! Son esas cosas de la vida que no te tenés que olvidar. Me habían puesto "pesito argentino". ¿Viste que el peso argentino nunca sube? Nunca me subí a una escalera ni loco en Antel. No sabía nada.

¿Cómo empezó en esto de representante?

Por mi sobrino (Maxi Arias). No me gustaban las cosas que hacían Paco con el Pollo Madrid en su oficina. Un día discutí con el Pollo y me salvaron la vida. El día que me encuentre con él se lo voy a decir: "Me hiciste ganar una plata que nunca había pensado. Me hiciste representante FIFA". Maxi jugaba en la Primera de Peñarol, el técnico de la sub 20 era Ferrín y no lo citó. Fui a hablar con el Pollo y el Pepe Herrera para ver qué pasaba, ya que los de la sub 20 jugaban en la Tercera. Y yo veía que Ferrín iba a la oficina de Madrid. Me contestó cosas que no me gustaron, me fui y ahora estoy acá. Le hicieron la lista de la selección mil veces, adelante mío. Pero bueno, así es el fútbol. Hay otros que para llevarla bien, se callan y no hablan. Yo si no soy representante FIFA, soy verdulero y si no, albañil. No me caso con nadie.

Pero O'Neill también tuvo que ver con sus comienzos, ¿no?

Sí. Me llevaba a su estancia y me decía: "Mello (él me llama así), agarrá vos que te los comés. Agarrá que no te quedás con la parte de los futbolistas". Y el Loco Abreu también, fue el primero que representé y le estoy muy agradecido.

Cuando hoy ve a O'Neill en la mala, ¿habla con él?

No se le puede hablar. Es un canario nochero, que tiene más noche que yo y más alcohol que yo. Hay que dejarlo en su vida. Ahora Paco le va a dar una mano, como ya lo hicieron el Negro Méndez y Paolo (Montero). Ojalá que se enderece. Paco le hizo ganar mucho dinero y O'Neill también a él. Paco se acuerda de todo. No creo que haya otra persona como Paco que haya ayudado tanto a la gente que estuvo presa. Yo lo sé porque iba a Tenfield o lo encontraba y me decía, "Boca, tomá, dale una mano a este". La gente no lo sabe. Entonces yo me río con las cosas que hacen los futbolistas, si los referentes de la selección nunca le levantaron un centro a nadie. Nunca metieron la mano en el bolsillo. Y me vinieron a buscar para que les hiciera de guardaespaldas y les dije que no, que Paco tiene razón. Porque la persona que más ayudó al fútbol uruguayo, no al fútbol, a todos los bandidos, fue Paco. Entonces van a decir que lo defiendo. Siempre voy a defender al que tiene la razón.

¿Qué quiere decir con que ayudó mucho a los presos y que defendió mucho a los bandidos?

Ayudó a todo el mundo. A mí me ayudó 20 veces. De mandarme plata cuando estaba en la calle. No me olvido.

Pero puede sonar mal cuando dice que ayudó a los bandidos. ¿Qué quiere decir?

Ayudó a la gente que andaba haciendo algo. Como ayudó a los buenos, ayudó a muchos políticos, a la gente del fútbol y a los que estábamos haciendo algo. Alguien lo tiene que decir. Pero los jugadores de fútbol, no lo saben porque no tienen calle. ¿Cuál tiene calle? Ninguno. Le di un consejo que no viene al caso, a gente que está en la selección mayor: "Tomate un avión a Buenos Aires y reunite con Paco. Le decís los pros y los contras y vemos". No. Es más fácil tirar la piedra y esconder la mano.

Pero usted también tuvo sus diferencias con Paco.

Con Paco nunca tuve diferencias. Yo tuve con el Pollo Madrid y me dejó rico.

¿Es complicado el mundo de los empresarios futbolísticos?

Sí, muy complicado. Porque no caminan derecho. Por algo está todo como está. Yo voy a cualquier lado y vienen 40 mil muchachos a saludarme. Hay empresarios que no pueden salir a caminar por la rambla. Y no los entiendo. Porque la mayoría son grandes amigos míos. Voy y les digo: "¿Por qué hacés esto? ¿Por qué no hacés así, así y así, si igual te vas a llevar la plata?". Pero no entienden. Es más fuerte que ellos. Yo voy a terminar pelado, sin plata, pero voy a salir a la calle y me va a pagar un asado cualquiera. Hay otros que son millonarios y no pueden salir a la calle. Entonces, ¿para qué quieren la plata?

Volviendo al tema de la lucha de los referentes de la selección. ¿Usted piensa que tienen algo personal con Casal?

Sí. Los referentes sí, porque se les quedaron con dinero muy importante y no les da el cuero para ir a buscarlo.

¿Quién se les quedó con dinero?

No importa.

¿Casal?

No importa. Entonces, como no les da el cuero para decírselo, empiezan por atrás. Tenés que ir a sentarte de frente. Como dice mi madre: tenés dos opciones, o te pega él o le pegás vos.

¿Tabárez juega algún papel en esto?

Tabárez se cruzó conmigo porque una vez que iban quintos dije que la selección era un desastre. Me echó de la concentración y nunca más lo vi. No puedo hablar nada de Tabárez. Que él siga su vida y yo sigo la mía.

¿Le gusta cómo juega la selección?

Si te digo que no, no me cita más a ningún jugador mío. Si te digo que sí, sigo con todo el grupo. A veces hay que aprender.

Pero, ¿cree que Tabárez puede no citarle a un jugador que usted representa si dice algo negativo de la selección?

No sé. Pero me han hecho mucho daño. Mucho. Debo ser el único empresario que Tabárez lo mandó sacar por la Policía del complejo por hablar que Uruguay iba mal. No le maté a un hijo, no le di drogas a las hijas, no le violé a la mujer. Solo opiné que Uruguay era un desastre.

¿Nunca lo habló con él?

¿Qué voy a hablar? Si yo sé todo. Yo sigo mi camino.

En octubre del año pasado le dijo a Damiani y a Walter Pereyra en Peñarol que eran unos burros por las contrataciones y ahora logró hacer negocio con ellos otra vez.

Me equivoqué. Se los dije como en tono de broma, pero tomó estado público.

¿Lo golpeó mucho la vida?

Sí, pero le gano siempre. Cuando me levanto, mi dicho es: "Hoy les gano". Mamá se iba a lavar pisos a las 7 de la mañana y me decía: "Gerardo, dale la leche a tu hermano, ponele la túnica y llevalo a la escuela".

Usted representaba al Oreja Rodríguez y fue otro momento difícil.

Era como mi sobrino. Le compré el auto y tuvo justo el accidente. Un hijo más de la vida. Llamé a Darío Rodríguez, capitán de Peñarol, y le dije que viniera al velorio al Parque Central. Vino y se sentó al lado mío. Fue un golpe bárbaro para todos.


APUNTE

Arias se siente orgulloso de su sobrino a quien fue a ver en estos días a Estados Unidos. "Mi sobrino Marcel Arias que está en Miami, tiene una de las empresas más grandes de sonido y puesta en escena de Estados Unidos. Se llama Everlast Productions. Todos los grandes, los tiene él. Armó los Grammy, los Oscar y el Super Bowl".

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