Cada fin de año, la vida de un piloto atraviesa fuera de los circuitos una serie de obstáculos más grandes que en las carreras. Salvo que sea un Lewis Hamilton, un Vettel o Fernando Alonso, la billetera juega un rol fundamental en la chance de correr en grandes categorías. A tal punto que muchos opinan que a la Fórmula 1 no llegan los mejores pilotos, sino quienes tienen mejores carteras de anunciantes.
Si eso ocurre para pilotos europeos o de mercados grandes como Brasil, México o Argentina, ¿que queda para Uruguay?
Esa es la situación hoy de Santiago Urrutia. El talento lo tiene de sobra, lo que le permitió subir escalones hasta llegar en 2014 a la GP3 Series, el tercer escalón previo a la Fórmula 1, donde corrió el equipo Korainen. Sin embargo, la opción europea ya quedó por el camino para 2015, y ahora las negociaciones están centradas en la Fórmula Pro Mazda, la tercera categoría de la Fórmula Indy.
El piloto uruguayo estuvo ayer en El Observador TV, y narró que la perspectiva es un poco más auspiciosa que la semana pasada, cuando las chances de volver a correr profesionalmente estaba seriamente comprometidas por falta de apoyo, ya que las empresas estatales –principal sostén del uruguayo- aún no habían confirmado su apoyo en el medio del cambio de gobierno.
“Este año me voy para Estados Unidos con el apoyo de Ancap y Banco de Seguros, que será el mismo del año pasado. El apoyo para irme a Europa y volver a hacer la GP3 no es suficiente. La categoría preliminar en EEUU es más barata”, dijo Urrutia, y agregó: “Apunto a EEUU por un tema personal, para acelerar las cosas”.
El uruguayo está buscando ahora cerrar acuerdos con Ancap y con Inac, que lo apoyaron en año pasado. Luego de eso, y de tener clara la cifra que podrá presentar, deberá pasar un par de pruebas en EEUU. Las conversaciones aún son preliminares, por lo que no está claro en qué equipo recalaría.
Vivir de correr
La decisión de Urrutia y su entorno es estratégica: además de los costos, las perspectivas en EEUU son más halagüeñas para un objetivo básico: recibir un sueldo y vivir de las carreras, y no penar cada año para conseguir presupuestos, volcar el 100% a mantener el lugar en el equipo, y tener que pagarse todos los gastos. En ese sentido, Urrutia no es el único que está dando el salto desde Europa a Estados Unidos.
“Desde que corro jamás cobré un sueldo. El dinero de los sponsors lo paso para el equipo. Muchos me preguntan, ‘¿para qué pedís plata si ya estás viviendo allá? Pero mi familia es la que me paga mi vida en Europa”, dijo Urrutia.
Los costos
En ese sentido, los costos de Europa son prohibitivos e imposibles de mantener si el uruguayo siguiera ascendiendo. Mientras un asiento en GP3 cuesta entre 500 y 600 mil euros (o aún más si es un equipo de punta), el salto a la GP2 puede significar poner cerca de dos millones y medio de euros. Al pasar a la Fórmula 1, los precios explotan: los pilotos que corrieron el año pasado en equipos de cola como Marussia o Catherham pusieron alrededor de 10 millones de euros en espónsores y ni siquiera pudieron terminar el año.
En EEUU la situación es más benévola. Los costos para la Pro Mazda están un poco por debajo de la GP3, mientras que para la Indy Lights –escalón previo a la máxima categoría–, está entre US$ 900 mil y US$ 1.100.000.
“Mi sueño está intacto: llegar a la Fórmula 1. Voy a dar todo mientras tenga el apoyo”, se esperanza Urrutia, que se traza ese objetivo en 3 o 4 años. Mientras tanto, habrá que recalcular para poder mantener vivo el sueño.
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