La carrera París-Roubaix, denominada el “infierno del norte” por su dureza en el circuito y contra con 54 kilómetros de piso adoquinado, tuvo un momento de tensión este domingo cuando el pelotón llegó a la vía de un tren.
En ese momento, las barreras comenzaron a bajar y varios competidores cruzaron las vías, al ver que el tren demoraba. Pero algunos, más cautos, esperaron que pasara el ferrocarril para después seguir.
Esta edición del "Infierno del Norte" fue más llevadera al faltar la lluvia, el barro y el viento por carreteras comarcales en las que generalmente transitan tractores.
Fue una "clásica" sin esa dureza que le caracteriza, a pesar de los 27 tramos de pavés repartidos en 54 kilómetros, que no fueron decisivos como en otras ocasiones debido al control de equipos con "esprinters" y prueba de ello es que Wiggins no lo pasó bien en la primera parte, aunque luego se dejó ver en la parte final de la misma.
Ciento diecinueve años después de que Josef Fischer ganara la primera edición de la París-Roubaix, otro alemán, John Degenkolb, ha conquistado el "infierno del norte", batiendo al esprint a sus seis compañeros de escapada.
Al último kilómetro llegaron siete corredores, que se jugaron el triunfo en el velódromo. Degenkolb, el que más había trabajado para hacer el corte definitivo, aún tuvo fuerzas para ganar el esprint al cabo de 253,5 kilómetros y 27 tramos de adoquinado repartidos en 54 kilómetros.
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