"Si vas para Antofagasta tengan cuidado con las gárgolas", fue lo primero que dijo un chileno al periodista de El Observador una vez que conoció su destino final.
Las "gárgolas" son, para los antofagastinos locales, una parte importante de la colonia colombiana que se dedican al tráfico de drogas, de armas y al crimen organizado.
Antofagasta es conocida como la ciudad que cimenta la economía chilena, ya que su producción minera -el cobre y el litio son las vedettes para los inversores extranjeros y la presencia de empresas japonesas en busca de explotar el segundo mineral para confeccionar baterías de autos se nota muchísimo- es el principal motor financiero del país por encima de la pesca y la industria vitivinícola.
En Antofagasta lo único que no falta es trabajo, por eso hay una colonia de más de 12 mil colombianos, más de cinco mil ecuatorianos y varias centenas de argentinos, españoles y japoneses, lo que conforma un paisaje cosmopolita en una ciudad delimitada por la cordillera, el desierto de Atacama y las fronteras con Argentina y Bolivia.
La presencia de los inmigrantes se debe a que su mano de obra es muy barata, el costo de vida para los chilenos es caro y eso hace que la ecuación demográfica sea redituable en una población total de apenas 613 mil habitantes.
Son pocos los antofagastinos que viven y trabajan en su ciudad natal, ya que muchos de ellos deben viajar desplazados por colombianos y ecuatorianos.
Incluso chilenos calificados en minería viajan desde regiones como Viña del Mar, Temuco, Rancuaga y Santiago para trabajar en Antofagasta. Estos profesionales trabajan 15 días en las minas de Antofagasta y luego vuelven en avión a sus ciudades de origen para descansar por 7 días.
Muchos ecuatorianos trabajan en áreas de servicio como hotelería y transporte, al tiempo que los colombianos se destacan en el rubro gastronómico.
Los que no trabajan se dedican a la delincuencia y el tráfico de drogas, una problemática regional que la Municipalidad busca atacar en conjunto con la Policía local.
Hay "zonas negras" en la ciudad, según cuentan los chilenos locales a modo de alarma. Esas "zonas negras" son pequeños barrios aislados del centro donde viven muchos inmigrantes en pequeños apartamentos y donde de noche es recomendable no transitar.
Antofagasta es una ciudad árida y su cercanía con el desierto de Atacama hace que las temperaturas sean extremas. De día hay mucha humedad y un calor difícil de resistir sin la hidratación correspondiente. De noche la temperatura desciende y el frío gana terreno en una ciudad cuya red lumínica es muy básica y donde casi no se ve cuando el sol se esconde.
Testigo de la Guerra del Pacífico, donde Chile enfrentó a la alianza Bolivia-Perú por el dominio de Antofagasta entre 1879 y 1883, la ciudad cuenta con una rambla muy parecida a la montevideana, donde los transeúntes pueden realizar actividades físicas.
Epicentro de varios sismos y movimiento telúricos, Antofagasta tiene un cimiento rocoso que hace que esta actividad no se note tanto. La contrapartida es que no tienen playas naturales y son cinco las playas artificiales que se construyeron colocando dinamita en las zonas rocosas y realizando injertos de arena en la zona dinamitada que apunta hacia el mar.
Antofagasta, la ciudad que gira entre la bipolaridad del Océano Pacífico y el desierto de Atacama, recibe a Uruguay con la calidez de su clima y la bronca de ecuatorianos y colombianos, que se quedaron con ganas de tener cerca a su selección para, al menos por un rato, volver a casa.
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