Así lo festejó Duarte

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Con la soga al cuello, en el grupo de la muerte

La pésima gestión de la defensa uruguaya le permitió a los ticos dar vuelta el partido
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14 de junio de 2014 a las 16:56

No hay caso… Uruguay no sirve para venir en medio de un ambiente festivo. Vaya uno a saber que es lo que sucede, pero no es la primera vez que pasa. Fue a los Juegos Olímpicos de Londres con la chapa de candidato por llevar a Suárez y Cavani. Afrontó la eliminatoria como campeón de América y terminó clasificando en el repechaje.

Es claro que Tabárez impide que a su grupo le llegue la locura de la gente, pero indirectamente algo debe pasar que no tiene explicación. Cada vez que la celeste llega a un torneo inmersa en la locura de la gente, se pega un golpe de esos que duelen y dejan secuelas. La noche previa al partido contra Costa Rica los uruguayos invadieron los bares y la rambla de Fortaleza. Se sentían ganadores.

Pero el equipo en la cancha no respondió a la expectativa. Costa Rica le pegó un duro cachetazo y le terminó arruinando el debut mundialista al ganarle por un contundente 3 a 1. Uruguay, en el grupo de la muerte, quedó con la soga al cuello.

Nada funcionó. No es común que al equipo le marquen goles por desatenciones. Mucho menos que le ganen permanentemente en las acciones de pelota quieta, que lo tomen mal parado o que no tenga la fuerza anímica para reponerse de un golpe. Después del primer gol tico Uruguay quedó desnorteado, sin reacción, sin respuestas futbolísticas.

Y ahora tendrá la dura misión de ganarle a Inglaterra e Italia, salvo que los ticos se caigan.

Los nervios del debut. La responsabilidad de tener que llevar el peso del partido. Y la obligación que se autoimpusieron todos de tener que arrancar con buen pie pueden haber sido determinantes para que Uruguay jugara un impreciso primer tiempo.

Con errores a la hora de entregar la pelota y sufriendo más de la cuenta en algunos envíos aéreos del rival. Un aspecto que no supo resolver en todo el partido.

Uruguay se paró como era previsible. Con cuatro hombres en el fondo, dos volantes por adentro y dos por afuera, Forlán por delante de ellos y Cavani solo arriba. Esto determinó que en alguna oportunidad el equipo abusara del pelotazo. Gargano se equivocó muchas veces en la entrega del balón y todo eso favoreció a Bryan Ruiz que comenzó a tomar la pelota.

Hasta que Uruguay aplicó su mejor parte del libreto: la presión. Sin mucha determinación en tres cuartos de cancha pero agresiva cuando los ticos pasaban la mitad de la cancha. Y llevó a su rival al error.

Y Uruguay fue. Esta vez ofendió más con Cáceres y el Cebolla Rodríguez que con el libreto conocido de Maxi Pereira. Entonces el equipo se soltó un poco más. Sobre los 15 minutos Forlán ejecutó un tiro libre, la pelota rebotó y le quedó a Cavani que lo perdió.

Con Arévalo como un pacman recuperando balones. Solo quedaba la otra parte del libreto, ser más precisos con la pelota. Pero fue imposible y todo quedó supeditado a una pelota quieta. La que llegó a los 21 cuando Díaz tomó de la cintura a Lugano y el juez sancionó el penal que transformó Cavani.

Parecía que el palpito de la gente se concretaba. Ruiz había desaparecido y el único que inquietaba era Campbell que se tuvo que tirar atrás porque no le llegaba la pelota. Y ahí empezó a complicar. Costa Rica perdió dos goles de balón parado y sobre la hora Navas salvó la última en una pelota complicada porque Forlán tiró, el balón rebotó y se le colaba por arriba al golero tico que reaccionó bien.

El segundo tiempo fue un calvario. Costa Rica amenazó a los 5 minutos con otra pelota detenida en la cual Muslera no salió y pudo quedarse con el cabezazo de Borges. Fue un aviso. Tres minutos después no pidió permiso, si ya había avisado. Y se mandó otra vez. En una jugada increíble porque le metieron una pelota profunda a Gamboa. Cáceres dio por descontado que se iba pero el tico llegó para tirar el centro. Lugano no llegó y le quedó a Campbell que puso el empate.

Un impacto que nadie pensó que Uruguay sintiera tanto. Costa Rica tomó viento en la camiseta y puso el pie en el acelerador. Y en cuatro minutos dio vuelta el partido. Otra vez producto del juego aéreo. Tiro libre. Muslera que si, que no, Stuani no llegó a cerrar por el segundo palo donde apareció Duarte para cabecear al gol.

Enseguida Tabárez movió piezas. Tata González por Gargano y Lodeiro en lugar de Forlán. Esto determinó que Stuani fuera arriba para acompañar a Cavani.
Uruguay fue a pelear el partido al territorio tico. Pero lo hizo sin ideas. Todo a ritmo de vértigo, solo Lodeiro intentó meter algún pase. El tema es que la necesidad desnudo el fondo. Costa Rica se paró con cinco en el fondo, tres volantes y Campbell solo arriba. Esperó agazapado. Una le iba a quedar.

Y luego de que Cavani metió una pelota al medio, a la cual no llegó nadie, y Navas le sacara un cabezazo, el elenco tico fue cerrando el juego. Puso el partido en el congelador, tocó para los costados ante la desesperación de un Uruguay que se mostraba inoperante.

Hasta que a siete del final le llegó la pelota que quería Costa Rica. Pase de Campbell a espaldas de Godín y Ureña definió cruzado ante la salida de Muslera.

Uruguay tuvo un golpe impensado. Y al margen de que Tabárez comentó que “ningún equipo puede pensar que hay cosas que no le pueden pasar”, la gente pasó de la felicidad a la desilusión en cuestión de horas. La misión se puso más compleja de lo previsto. El equipo no mostró reacción. Futbolísticamente fue muy chato y los errores defensivos alarmaron. Lo dijeron los propios jugadores: “Uruguay se descansó, no vi al Uruguay que me gusta ver”, expresó Tata González.

Ahora cambia el escenario. Es evidente que Uruguay quedó con la soga al cuello en el grupo de la muerte. Obligado a vencer a dos potencias, sin Maxi Pereira expulsado, con el ánimo por el piso y con problemas futbolísticos. Pero es la situación que más le seduce al grupo que conduce Tabárez.

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