Con ADN de Sporting

"En casa se respiraba básquetbol, mi papá era dirigente de Sporting y con mi mamá y mi hermana íbamos a la cancha y así fue que de chiquito empecé a involucrarme en el básquetbol". Así habla Gerardo Jauri, a quien el presente lo tiene en su 15ª temporada consecutiva como entrenador de Defensor Sporting, a la que se suman más de dos décadas como jugador.

El 10 de setiembre de 1961, el día después de nacer, a Gerardo Jauri sus padres le hicieron socio del Sporting Club del Uruguay: "Siempre viví en el Parque Rodó, en calle Obligado y luego en Gonzalo Ramírez frente al lago, fui a la escuela Francia, en la calle Echeverría y al liceo nº 4, Zorrilla. Siempre estuve muy próximo a Sporting, un club de barrio que formaba parte del crecimiento", recuerda Jauri.

Comenzó a jugar al básquetbol de niño: "A los 8 o 9 años empecé en mini, no existían los campeonatos oficiales, ni la estructura que hay ahora, solo torneos amistosos, sábados y domingos". Tras hacer las formativas en Sporting, Jauri jugó con la selección juvenil de Uruguay, en el primer mundial de la categoría, en 1979, en São José dos Campos, Brasil: "Dirigía Ramón Etchamendi con Víctor Hugo Berardi de asistente, una camada de grandes jugadores: Tato López, Fefo Ruiz, Luis Pierri, Julio Pereira, Álvaro Tito, Horacio Perdomo, Marcelo Peinado, Miguel Alonso, Quique Peirano, el Vela Yern. Fue una generación muy fuerte".

Consultado si esa fue la última gran generación del básquetbol uruguayo, Jauri afirma: "Quizás sí, aunque las comparaciones son injustas; sin duda que a nivel sudamericano era muy parejo, se jugaba de igual a igual y eso que jugábamos en canchas abiertas, pisos de bitumen, estructuralmente o económicamente no estábamos a la par, pero sí deportivamente".

Con Sporting, en 1980, Jauri alzó su primer título como jugador: "El histórico Atilio Caneiro se había retirado y pasó a ser el entrenador y Carlos Peinado se había ido a Gimnasia y Esgrima La Plata, por lo que se me dio la responsabilidad en ese equipo. Fuimos campeones del Federal, con los panameños Malcom y Medrick, "Fonsi" Núñez y "Pancho" Irrazábal, más Marcos Arias, Carlos Chaibún y Marcelo Peinado".

En 1982 la selección absoluta le golpeó la puerta: "Fui al Mundial de Bucaramanga (Colombia), en 1984 no fui a los Juegos Olímpicos de Los Ángeles y en 1985 fui al Sudamericano de Medellín, que perdimos la final con el Brasil de Oscar, en partido cerrado".

Cinco años después del Federal de 1980, repitió el título en Sporting, con Ramiro De León como entrenador: "Estaban Ramiro Cortés, Alejandro Costa, Pablo Cabot (el padre de Marcos), Marcelo Peinado y Fito Medrick, entre otros".

La única temporada en la que Jauri no jugó en Sporting, fue en 1991, que pasó a Bohemios: "Se dio la circunstancia, yo no estaba teniendo mucha participación y conocía al entrenador (Horacio Gava); fue un año muy lindo, al siguiente volví a Sporting".

En los primeros años de la década de 1990, Jauri se graduó como ingeniero civil estructural. "La familia me apoyó en estas dos pasiones que iban de la mano; el básquetbol me ayudó, era un trabajo que me permitía sustentarme para estudiar".

En 1989, Sporting Club y Defensor, se fusionaron en lo que es hoy Defensor Sporting, En dicho momento, Jauri optó por no decidir: "Estaba jugando, era parte directa, si bien fui a la asamblea, no me pronuncié. Lo tomé así y desde ese entonces tengo un respeto por todas las opiniones. Es que Sporting era un club con un gran respeto por la diversidad: social, política, racial y religiosa, y uno creció desde ahí. La nueva entidad procuró mejorar la institución, para el deporte y el servicio a la sociedad; esto lo digo más como socio que funcionario".

Con toda una vida en el actual Defensor Sporting, la continuidad para Jauri se explica por la motivación: "No todos llegan, no todos ganan, pierden más de los que ganan. La filosofía es tratar de que, con mayor o menor presupuesto, más o menos recursos humanos, fijarse objetivos: un título, formar jugadores, un recambio, identidad, promoción de valores; siempre se logran fijar objetivos, que a veces llegan y otras veces no, claro, lo que paga son los títulos".

Para Gerardo Jauri, el club "fue una escuela, se compartieron muchos momentos, buenos y malos, y eso es lo que perdura, como muchos compañeros que, de pronto no tuvieron tanta trascendencia deportiva, pero sí una gran valoración y merecen el mayor de los respetos".

Socio desde el día después de que nació, jugador por más de dos décadas y entrenador por tres lustros, Gerardo Jauri tiene el ADN de Sporting en su cuerpo.