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¿Cómo es vivir un año desconectado de internet?

Un redactor de una revista tecnológica se sometió al desafío; al principio se sintió “vivo”, pero luego empezó a sentir las desventajas de la vida “offline”
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06 de mayo de 2013 a las 17:42

El redactor del blog de tecnología The Verge, Paul Miller, se sometió a un desafío difícil, cuando su tarea es hacer diametralmente lo opuesto: no conectarse a internet durante todo un año.

Según contó en su blog, dejó de estar "on line", porque pensaba que se estaba transformando en una persona improductiva, impaciente y que estaba "corrompiendo" su alma. Con esta idea buscaba ser más "real", más "perfecto".

Con 26 años, confesó que fue consumidor "compulsivo" de internet desde que tenía 12 años. También, como escritor de temas tecnológicos era "descubrir lo que internet había hecho" de él durante estos años.

El primer paso que cumplió fue apagar su router. Luego, cambió su smartphone por un celular de primera generación y se sintió "libre".

Dos semanas más tarde empezó a participar de actividades que su “hiperconexión” nunca le hubiesen permitido. Por ejemplo, una reunión con judíos ortodoxos en Nueva York, con quienes aprendió de los rabinos cuáles eran los peligros de internet. Contó que sus nuevos amigos lo animaban a "parar y disfrutar del olor de las flores".

Dijo que su vida se "llenó de acontecimientos", como "encuentros con personas en la vida real, paseos en bici, y literatura griega. Sin saber cómo, escribí la mitad de mi novela y conseguí entregar mi artículo a tiempo cada semana", agregó.

Confesó que se sentía un poco solo y "bastante aburrido". No obstante, "la ausencia de estímulos constantes me ayudan a concentrarme en las cosas que realmente importan, como escribir y pasar tiempo con los demás".

Su atención mejoró. De leer 10 o 20 páginas de La Odisea en un mes o dos, pasó a abarcar 100 páginas en un día. También la atención en los demás: "Me di cuenta de que estaba más al tanto de los demás en este momento", afirmó.

Sentía que sus ideas se estaban ramificando hacia otras direcciones. "Me sentía diferente, y un poco excéntrico, y me gustó", puntualizó.

Los problemas.
Pero no todo fueron rosas. El problema que más le afectó fue la lentitud del correo. Durante el año, Paul revisaba sus cartas en el buzón de su casa, lo cual le causaba alegría. Pero contestarlos era un problema. "Por alguna razón, ir a Correos empezó a sonarme como otro trabajo", dijo. A tal punto, que comprobó que "responder una docena de cartas a la semana era tan agobiante como gestionar cientos de emails en un día".

En los primeros meses se sentía bien porque sentía "la ausencia de las presiones de internet". "Pero cuando dejé de mirar mi vida en el contexto de 'Yo no uso Internet', la existencia off line se me antojó vulgar y sacó lo peor de mi", afirmó.

Llegó a fantasear con la idea de que en determinado momento sus padres enviarían a alguien a su casa para asegurarse de que seguía vivo. "Con internet es muy fácil saber que alguien está vivo y sano, es fácil colaborar con los compañeros de trabajo y ser una parte relevante de la sociedad. Se ha gastado mucha tinta sobre el falso concepto de Amigo de Facebook pero puedo decirles que un amigo de Facebook es mejor que nada", relató, según recoge el diario El País de Madrid.

Pero además, se dio cuenta que muchos de sus hábitos poco sociables no se debían a internet: en realidad la red terminaba siendo la mejor excusa. "En lugar de aprovechar la ausencia de la hiperestimulación de la red para ser más creativo, me convertí en un consumidor pasivo y en un marginado social", escribió.

Había otras desventajas más mundanas, pero igualmente importantes: encontrarse con gente sin ayuda de la web se le hacía muy difícil, más porque su exilio coincidió con la explosión de Whatsapp o FaceTime .

Paul cuenta que una de las frases más reveladoras sobre su estado “offline” se la dijo Nathan Jurgenson, teórico de internet: "Hay mucha realidad en lo virtual y mucha virtualidad en lo real. Cuando usamos un teléfono o una computadora seguimos teniendo sangre humana y ocupamos tiempo y espacio. Cuando estamos corriendo por el campo, aún sin conexión, Internet sigue en nuestros pensamientos. Pensamos por ejemplo: ¿Qué voy a tuitear cuando regrese a casa?".

La vuelta.

El 1º de mayo de 2013 volvió al mundo "on line". Entendió que su experiencia, en la que leyó varios libros sobre internet, es algo que se hace con los otros. "Internet está donde está la gente".

"Cuando vuelva a Internet es posible que pierda el tiempo, que me distraiga o que haga click en sitios inadecuados, y seguramente no tendré tiempo de escribir la gran novela de ciencia ficción americana. Pero al menos estaré conectado", cerró el periodista.

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