"Para el documental de
Sebastián Abreu acordé ir a entrevistar a
Ronaldinho. Hablé con su hermano Roberto Assis, que también jugó con Abreu. Me presenté y me dijo: 'Le voy a preguntar a R10 si te recibe'. Primer detalle, para su mundo no es Ronaldinho es R10.
Pasados unos días acepta la entrevista, me tomo un avión y me voy con equipo de rodaje a Río de Janeiro. Me quedé en un hotel y al otro día me tomé un taxi para ir a la casa. Río estaba en plena ebullición por los Juegos Olímpicos. Fui a Barra da Tijuca a una hora de Río. Allí, en una especia de barrio privado, vive Ronaldinho. En la puerta ya estaba anotado que iba a ir. Dejé la cédula y fui hasta la casa. Afuera había seguridad privada, con personal armado. Me atendieron notable. Hasta que me dijeron: "Está pronto". Me recibió jugando al fútbol con unos amigos en una playa de fútbol tenis. A mi alrededor había piscina, una barbacoa, canchas de fútbol. ¡Y no se imaginan lo que jugaban los que estaban con él! Le avisan que estaba ahí, me saluda a la distancia, y arranca a bañarse hasta que baja para hablar.
Me encontré con un tipo tímido, agradable, un personaje muy interesante.
Un hombre que lleva vida de soltero. Charlé con él una hora y luego me quedé un ratito fuera de nota, para unas fotos e intercambiar ideas. Fue muy amable y subió una foto a su Twitter donde está conmigo y expresó: "Para el documental del Loco Abreu".
La grabación terminó con Ronaldinho invitando a Abreu a su casa cuando se retire del fútbol.
Cuando me fui salí con la sensación de haber estado con un monstruo mundial. Un tipo que salió campeón de la Champions y que fue Balón de Oro. Llegué a la casa de un monstruo y el tipo no me lo hizo notar nunca por su humildad. Un fenómeno".