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Coito apuesta por el Mundial de Amaral

Sin jugar y cuestionado por su peso, Rodrigo Amaral fue confirmado; la estima de Coito y la ascendencia en sus compañeros fueron claves
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26 de abril de 2017 a las 05:00
Cuando Fabián Coito armó la lista definitiva de futbolistas para representar a Uruguay en el Mundial de Corea se enfrentó a dilemas propios de su tarea como DT.

Al manejo de las susceptibilidades en una etapa clave en la formación de los futbolistas –antes de publicar la lista los jugadores tuvieron una charla con los psicólogos para asumir el golpe de ser desafectados–, se le debe sumar la elección del perfil de jugadores para enfrentar a rivales tan distintos como Italia, Japón y Sudáfrica.

Además de la abundancia para algunos sectores y la carencia para otros, fue la situación de su capitán lo que a Coito le quitaba el sueño.

Enroscado en un juego mediático donde hablaron todos (el propio Coito, Martín Lasarte, José Luis Rodríguez y Daniel Fonseca) menos el propio futbolista, Amaral se refugió en Maldonado para librar su propia batalla personal.

Al trastorno metabólico confirmado por la sanidad de Uruguay a Referí y asumido por el propio futbolista, se le suman cualidades innatas, una visión de juego envidiable y una pegada única. El capitán de Uruguay es el futbolista más destacado si por lectura del juego, remates y técnica se trata. Su gran problema es la falta de competencia, sobre todo en un fútbol dinámico que Amaral no logra soportar y un régimen de profesionalismo estricto donde cada kilo de más es una tortura.

Sin embargo cuando Coito tuvo que afinar el lápiz de los embajadores celestes en Corea escribió el nombre de Amaral, el polémico juvenil de goles claves.

Los motivos que llevaron al sí

Desde el momento en que Uruguay salió Campeón Sudamericano, Coito supo que el proceso posterior rumbo al Mundial sería anormal pese a lo exitoso del resultado deportivo.

¿Por qué? Porque la vidriera positiva generaría cambios en varios futbolistas, porque muchos comenzarían a ser vistos de otra manera con la lupa de la presión encima y porque en el caso puntual de Amaral se enfrentaría al dilema de brillar con Uruguay y estar relegado en Nacional.

Lasarte siempre fue muy claro en cuanto al juvenil. Lo necesita con ritmo, bien físicamente y con minutos de competencia para ganarse un lugar en el primer equipo, tres características que Amaral no logra reunir en Nacional.

Fue así que el capitán de Uruguay, autor de goles importantes en el Sudamericano, volvió al brusco cambio de las primeras planas al ostracismo.

Resignado a correr solo en Maldonado, donde se refugió para despejar la cabeza luego del fuego cruzado entre el club de sus amores y el representante dueño de su pase, Amaral supo que corría de atrás en la consideración de Coito quien manifestó a viva voz su preocupación por el estado físico y anímico de su joya.

Pese a la falta de competencia, Amaral jugará su segundo Mundial juvenil y volverá a ser capitán de esta generación, un valor que Coito considera clave. ¿En qué se basó el entrenador para llevarlo?
Confianza, seguridad en momentos adversos, calidad y ascendencia en el plantel son las cuatro patas donde se apoya la convocatoria del futbolista de Nacional.

Confianza porque Coito conoce de memoria al jugador, sabe como piensa, sus dificultades metabólicas que complican su puesta punto y las fortalezas desde lo físico. Ningún entrenador conoce tanto a Amaral como Coito y la relación entre ambos es de mutua confianza.

"Amaral es muy respetado y querido por sus compañeros. Tiene un estilo un poco introvertido, pero desde sus movimientos genera más de lo que habla", Fabián Coito.
Seguridad en momentos adversos porque el entrenador sabe que Amaral responde y que su pegada abrió partidos ante rivales duros cuando Uruguay sufría los partidos. Calidad le sobra. Consciente de que da ventajas físicas, el jugador se las arregla para imponer condiciones desde el manejo, la polifuncionalidad que puede asumir en puestos de ataque, su pegada con ambos perfiles y una lectura de juego que le permite suplir su evidente falta de velocidad.

La ascendencia en sus compañeros es clara. Amaral es un líder silencioso pero lo respetan todos y su voz es escuchada en los momentos de tensión colectiva.

Coito sabe que desafectar a jugadores como Diego Rossi, de largo recorrido en juveniles, puede repercutir negativamente pero se juega las fichas a un jugador talentoso, que conoce de memoria y que nunca le falló. Buscará que sea el Mundial de Amaral.

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