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Calidad intacta

Con 33 años cumplidos, Néstor Fabián Canobbio es la manija del Danubio líder del campeonato Clausura donde distribuye, asiste y ya lleva tres goles convertidos de tiro libre. Muchos lamentan no tenerlo
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25 de marzo de 2013 a las 20:13

Lo de Fabián Canobbio ante Peñarol fue mucho más que el golazo de tiro libre que determinó la victoria de Danubio. Movió los hilos del partido a su antojo, fue el eje entre la recuperación de la pelota en la línea de fondo y el ataque, habilitó con pases quirúrgicos a los delanteros Leonardo Carboni y Camilo Mayada durante todo el segundo tiempo, y todavía se dio el lujo de errar un gol antes, en el primer tiempo. Es más: fue el personaje de la fecha.

Son muchos los que deben estar lamentándose de no tenerlo en sus planteles. Cuando Canobbio volvió a Uruguay en 2011 procedente de Larissa de Grecia recaló en Fénix. La experiencia griega le había dejado una lesión y el recuerdo de un país sumido en una crisis profunda.

Pasó por Fénix sin mayor destaque y cuando rescindió su contrato con los de Capurro había varios motivos para que volviera a trotar por el Abraham Paladino. Su hermano Carlos jugaba en Progreso, el director técnico era Leonardo Ramos y su corazón, desde las divisiones formativas le tiraba por la camiseta aurirroja. Eso fue a inicios de 2012.

“Ya estaba el hermano y lo invitamos a participar de nuestro proyecto”, dijo a El Observador Leonardo Ramos, actual técnico de Danubio, a donde lo llevó para encarar el Torneo Clausura.

“Se sintió con mucha comodidad para jugar con nosotros en Progreso. Su trabajo fue muy bueno, aporto muchísimo y así logramos subir a Primera”, recordó Ramos, quien ya el año pasado había llamado la atención sobre el rendimiento de Canobbio como “el mejor del campeonato”.

Destacó además la versatilidad del jugador, ya que en los gauchos no se desempañaba como típico número diez responsable del armado ofensivo como lo hace en Danubio. “En Progreso lo usamos como doble 5, como un jugador que se movía en la mitad de la cancha con presencia en la marca también”, dijo Ramos.

Ramos cree que Canobbio todavía no llegó a su techo en Danubio, donde todavía puede rendir más.

La voz de los compañeros

El zaguero Emiliano Velázquez reconoce que Canobbio “es muy humilde y sabe muy bien a lo que juega”. Recordó a El Observador que en el campeonato Apertura el puesto de Canobbio lo tenía Richard Núñez. “Teníamos a Richard, que también tiene muy buen pie. Son jugadores de características parecidas: los dos son zurdos y tienen buena pegada. Quizá lo que tiene de diferente Fabián es que es muy difícil quitarle la pelota”, dijo Velázquez.

También reconoció que está muy bien físicamente, ya que “entrena a la par de los más jóvenes”, a pesar de sus 33 años.

El volante Hugo Soria declaró que jugar con Canobbio le facilita mucho las cosas al equipo de Ramos. “Es increíble. Vos se la das y él resuelve los problemas. Da los pases para que los delanteros hagan los goles y además trabaja en todo el medio. Es una cosa de locos lo que hace”, dijo Soria, quien además destacó que todo el grupo tiene confianza en el ex Progreso.

“La verdad que fue la figura del partido”, dijo Ángel Cayetano, quien el otro día también tuvo un gran desempeño en la mitad de la cancha con Peñarol.

“Manejó los hilos del partido, fue un gran valor”, dijo Cayetano.

Como Soria, expresó que Canobbio atraviesa un momento de muy buen nivel, “como el que todos queremos que tenga, porque le da claridad al fútbol de Danubio”.

Cuna gaucha

Néstor Fabián Canobbio nació en La Teja en marzo de 1980 y vivió a dos cuadras del Paladino. En 1997 debutó en Primera con Progreso, pero ese año la campaña fue muy mala y terminó con el equipo en la Divisional B.

Canobbio jugó tres años con Progreso en la dureza de las canchas y los equipos de la B hasta que llamó la atención de dirigentes de Peñarol, que confiaron en su juego fino de mitad de la cancha hacia adelante.

De esta forma llegó a Los Aromos y tuvo su destaque, al punto de que varias veces la hinchada de la tribuna Ámsterdam coreara su nombre en forma de homenaje. De todos modos, los campeonatos que obtuvo Nacional durante su pasaje por el equipo aurinegro empañaron un poco su actuación en la memoria emotiva de los hinchas. En 2002, por ejemplo, convirtió 18 goles en 42 partidos, aunque claro, la copa quedó en las vitrinas de la sede tricolor.

El destino quiso que emigrara a España (ver recuadro) a mediados de 2003, por lo que tampoco salió campeón con el Peñarol de Aguirre de ese año.

Y un día regresó al barrio que lo vio nacer. Lo tentaron para que jugara en Nacional, pero no anduvo. “No dije que no jugaría en Nacional, lo que dije es que no me ilusionaba. Cuando me lo dicen no me sale alegría. No me nace. No lo siento”, declaró a El País a fines de febrero. Pudo haber vuelto a Peñarol, pero tampoco se dio.

Ahora tiene la franja en el pecho y le hace daño a los grandes. Ya lo sufrió el aurinegro en el Centenario. Ahora lo puede sufrir Nacional en Jardines. Porque la calidad de Canobbio está intacta.

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