Entre los más de 1.900 deportistas de 207 países que participan del Mundial de Atletismo de Pekín hay muchas historias, de triunfos y fracasos, de esfuerzos y superación, y también están las insólitas, que se roban la atención por salirse de lo común.
Entre los atletas que subieron a los podios en el estadio El Nido, hay varios que años atrás no se imaginaban estar compitiendo y, mucho menos, ser los mejores del mundo en sus disciplinas
Una de ellas es Yarisley Silva, quien ayer se quedó con la medalla de oro en salto con garrocha. "A mí lo que más me gusta es bailar", expresó la cubana que llegó a ese deporte tras una frustración infantil. "Antes de la garrocha hice unas pruebas de ballet y la profesora me dijo que iba a ser un poco gorda, que iba a tener también mucha musculatura. No pude entonces y me tuve que salir", recordó la competidora de 28 años.
Otra garrochista, la brasileña Fabiana Murer, quien se quedó con la presea de plata, es un caso parecido. Ella quería ser gimnasta como su ídolo, la rumana Nadia Comaneci, pero a los 16 años se dio cuenta de que tenía una edad ya mayor para esa disciplina, por lo que buscó una alternativa en el atletismo.
Llegó a una escuela de atletismo de Campinas mediante un anuncio en un periódico, después de comprobar que no tenía futuro en la gimnasia. Se dedicó a la garrocha y no ha parado hasta figurar entre las tops mundiales.
La campeona de lanzamiento de disco, la cubana Denia Caballero, se dedicó a esa actividad gracias a los "castigos" de sus entrenadores. Hacia heptatlón pero al tener bajos rendimientos en resistencia, sus profesores la mandaban a arrojar piedras, lo que consideraba como una penitencia, pero que terminó marcando su futuro. "Decían que lo que tenía que hacer era dedicarme a lanzar y me ponían a lanzar piedras. Eso fue lo que marcó mi rumbo en el atletismo", recordó.
En Kenia, tierra de maratonistas, tienen un campeón en jabalina: Julius Yego, quien se quedó con el oro con un lanzamiento de 92,72 metros, el tercer mejor registro de todos los tiempos. Su carrera comenzó de niño cuando arrojaba piedras y palos, dijo a la BBC. Luego buscó perfección y la encontró a través de YouTube. "Tenía que hacer algo y ver lo que ellos estaban haciendo: los ejercicios en el gimnasio, la potencia, los ejercicios con las piernas", dijo sobre su rivales.
Bloopers y rarezasEl Mundial también ha tenido varios bloopers y situaciones insólitas. La imagen y video de la corredora panameña Rolanda Bell sumergiéndose en la pileta de los 3.000 metros con obstáculos recorrió las redes sociales y portales del mundo. La atleta fue a saltar y terminó yendo de cabeza al agua. "Estoy muy decepcionada. Nunca antes me había pasado. No sé si fueron los nervios", dijo luego. "Venía aquí a intentar mejorar mi marca personal", agregó.
Otra deportistas que pasó un mal momento fue la estadounidense Molly Huddle. ¿Su error? Festejar antes de tiempo. Cuando se cerraba la definición de los 10.000 metros levantó los brazos, pero no vio que detrás de ella venía su compatriota Emily Infield, quien la pasó en la línea y se quedó con la medalla de bronce. Lo peor es que a Huddle ya le había pasado lo mismo en una carrera de 2012.
Festejó y perdióLa mirada de Molly Huddle lo dice todo: cuando festejaba su bronce, Emily Infield la pasó casi en la línea de llegada y la dejó afuera del podio de los 10.000 metros. Un error que ya había cometido.
Estilo yemení
Como el gran Abebe Bikila, el yemení Abdulah Al-Qwabani, de sólo 16 años, dio la nota al atreverse a correr descalzo su serie clasificatoria de los 5.000 metros. No le fue bien: terminó último en su serie, a casi tres minutos más que el grupo de cabeza y en un tramo estuvo a punto de caerse.
Con ese apodo llaman a Julius Yego, el lanzador de jabalina keniata que perfeccionó su estilo viendo videos de entrenamientos en esa red social.
¿Qué pasó ayer?El polaco Fajdek perdió su medalla de oro en martillo en una noche de alcohol. Luego, negó esa versión.
El jamaiquino Usain Bolt ganó la final de los 200 metros del Mundial de Pekín y en pleno festejo sufrió un blooper: cuando saludaba al público fue embestido por un camarógrafo que filmaba y manejaba un seaway, un moderno carro de dos ruedas.
El atleta y el cámara cayeron al piso, pero no hubo problema para el jamaiquino quien se levantó a las risas, aparentemente sin consecuencias físicas.
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