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Biles no es perfecta: se tropezó y perdió en viga

La estadounidense se tropezó y solo fue bronce, por lo que no tendrá la marca perfecta de cinco oros
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15 de agosto de 2016 a las 20:08

Al mejor cazador, se le va la liebre...

Casi cae Simone Biles en la viga. #Gimnasia #JuegosOlimpicos https://t.co/5HMHrwJbak

Simone Biles también falla. Y eso es noticia porque desde que irrumpió en el circuito profesional no se tenía constancia. Este lunes fue bronce en la viga y se quedará sin el récord de conseguir cinco oros en Rio, el único desafío que ha osado resistirse a la mejor gimnasta del mundo.

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Tras sus exhibiciones en la final individual, por equipos y de salto, la estrella estadounidense no pudo sumar el cuarto oro consecutivo en sus primeros Juegos, a donde vino a ingresar en la historia olímpica por la puerta grande.

La victoria se la acabó llevando la holandesa Sanne Wevers, mientras que la plata fue para la también estadounidense Lauren Hernández.

Nadie había sido mejor hasta ahora en Rio que el prodigio de Texas. En todos los aparatos que tocaba, arrasaba, tantas veces como hiciera falta. Con la excepción de las barras asimétricas, su ejercicio maldito al que entierra con sus notas estratosféricas en el resto del gimnasio.

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Pero el mundo se enteró hoy de que esta joven de 19 años y 1,45 de puro genio y músculo rocoso también puede desequilibrarle la presión.

- Milésimas de pánico -
Más dubitativa que en sus dos paseos anteriores por la viga, donde siempre fue la primera, sus pequeñas imprecisiones al comienzo del ejercicio hubieran podido presagiar una catástrofe para cualquier otra gimnasta, menos para ella. Pase lo que pase, Simone siempre acaba cayendo perfecta en la colchoneta y con una enorme sonrisa de regalo.

Pero su explosiva fuerza la traicionó esta vez, después de un mortal hacia adelante del que aterrizó sobre la pierna izquierda. Tras unas milésimas en las que pudo pasar lo peor -la imagen de la campeona en el suelo-, se reequilibró con el brazo y continuó hasta el final, aunque con el récord aplastado bajo la viga.

"No sabía que se me había resbalado el pie hasta que bajé de la barra y pusieron la repetición. No sé realmente lo que pasó", dijo después.

Pese a todo, volvió a acabar exacta el ejercicio, pero esta vez la sonrisa duró menos. En el abrazo con su entrenadora no hubo lloros, pero sí decepción contenida y al mal tiempo buena cara.

"No estoy decepcionada con la medalla que he conseguido porque a cualquiera le encantaría ganar un bronce en unos Juegos. Estoy decepcionada con la rutina que hice. No de toda, sólo del mortal, supongo, porque el resto estuvo bastante bien", aseguró.

Tampoco facilitó el trago que la siguiente en competir fuera la elegante Senna Wevers, quien llevaba días llamando la atención por su finura y expresividad de otra época.

Con su buena nota (15.466), la holandesa puso nombre a lo que todo el mundo sabía, pero nadie se atrevía a decir aún: Biles se había quedado sin su cuarto oro, a un abismo de más de siete décimas de la futura campeona y con el bronce en el aire hasta el último momento.

Al final, solo su compañera de equipo, la joven Lauren Hernández, se interpuso entre la reina y la holandesa.

Porque, pese a su doloroso resbalón, Biles sigue siendo la mejor gimnasta del planeta, la que más títulos mundiales tiene (10) y un fenómeno que muchos dicen que nunca vio este deporte que ya conoció a otros genios.

Y aunque ya ha perdido el tren del récord, todavía está a tiempo de ingresar a lo grande en el selecto club de la diosas olímpicas, donde le esperan la soviética Larissa Latynina (1956), la checa Vera Caslavska (1968) y la rumana Ecaterina Szabo (1984), todas tetracampeonas de gimnasia en unos mismos Juegos.

Biles llamará su puerta este martes cuando salga al tapiz a realizar por última vez en Rio su espectacular rutina de suelo.

- Zanetti de plata -
La jornada comenzó, sin embargo, entre los nervios y las ilusiones de la Arena Olímpica, que hoy rezaba únicamente por él. Arthur Zanetti, el primer brasileño -y latinoamericano- que salía a defender su oro en un gimnasio, ya que sólo él tiene uno. Lo había conseguido colgado de las anillas en una tarde histórica de hace cuatro años en Londres, pero hoy tuvo que cederlo al griego Eleftherios Petrounias, vigente campeón del mundo e indiscutible señor de los anillos en Rio.

Zanetti tuvo que irse con la plata, aunque mecido por un público que le cantó el himno nacional porque, para ellos, él será siempre el campeón.

Poco después, el norcoreano Ri Se-Gwang se llevaba el oro en salto antes de que las mujeres cerraran la penúltima jornada de la gimnasia en Rio. Tras ocho días de competición apasionantes, solo a tres aparatos les queda todavía elegir a su campeón.

Pero que nadie se vaya, el show de Simone aún no ha acabado.

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