Gonzalo Barreto

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Barreto, la vida después del drama

Se fue de la sub 17 a Lazio en 2009 donde nunca llegó a jugar en el primer equipo y donde sufrió dos golpes que sacudieron su vida: primero el asesinato de su madre y después la enfermedad de su hijo
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08 de enero de 2015 a las 22:33

Gonzalo Barreto cuenta su historia y la vida parece oscura, injusta, tenebrosa. Pero su voz transmite algo distinto: esperanza. Ilusión de potrero. Ganas de volver a sentirse futbolista.

A los 22 años lleva la piel curtida por insondables sufrimientos: el asesinato de su madre y volver a verle la cara frente a frente a la muerte en una batalla que tuvo que librar su bebito con solo tres días de vida.

¿Quién es Gonzalo? Un delantero nacido en Treinta y Tres que brilló en aquella selección sub 17 que fue cuartofinalista en el Mundial de 2009, en Nigeria, y que con solo 15 minutos en la Primera de Danubio desembarcó en la Lazio.

“Hice baby fútbol en Yacaré y Danubio me fue a buscar a través del Rafa Perrone y (Gerardo) Paniza cuando estaba en San Lorenzo (de Treinta y Tres). En Séptima, arreglé para venir solo a jugar. Pero cuando pasé a Sexta me vine a vivir en Montevideo”, recuerda a El Observador en su casa ubicada en el barrio Cordón.

Jugó en la sub 15 que fue vicecampeona de América en 2007 y en la sub 17 que en el Sudamericano de Chile terminó tercera.

“Un equipazo: Salvador Ichazo, Ramón Arias, Diego Polenta, el Corto (Nicolás) Prieto, Fuyi (Adrián) Luna, Gastón Brugman, Nicolás Mezquida, Sebastián Gallegos...”, dice con nostalgia.

El fotógrafo dispara y lo retrotrae a su cuarto de hora de flashes: “Para aquel Sudamericano se exigió que todos los jugadores debíamos tener contrato. Mi representante era Francisco Casal y me recomendó que no firmara. Al final hubo acuerdo y fui el último en firmar”.

El 23 de agosto de 2009, antes del Mundial sub 17, hizo su estreno en Primera. Fue en el Goyenola ante Tacuarembó y Danubio –dirigido por Jorge Giordano, el técnico que lo promovió a Primera– ganó 2-1. “Entré faltando 15 minutos y me levantaron de una patada. Fue como que me dieron la bienvenida”, dice.

Esa misma semana se cerró su pase a la Lazio. “Me fui bien de Danubio. El club se llevó su parte y yo cerré un gran contrato”.

¿Por qué tan bueno? Porque era un contrato por cinco años y con rango de jugador de Primera. Barreto tenía 17 años. Pero detrás de esa alegría acechaba la tragedia.

“Llegué a un equipo que peleaba el descenso y como era chico me mandaron a jugar a la reserva (al equipo primavera)”, contó.

Al año, en julio 2010, lo sacaron de una práctica y en un cuarto, de repente, se encontró con su padre: “Enseguida supe que había pasado algo grave. Pensé en mis abuelos”. Pero no. Su madre había sido asesinada por quien era entonces su pareja. “Fue horrible, la degolló... Salió en todos lados... La verdad que fue un drama”, cuenta.

Gonzalo no se quiebra. “Soy duro”, admite.

“Venía haciendo una muy buena pretemporada en el primer equipo y eso me partió. Pasaba noches sin dormir. Al principio no te cae la ficha. Pero cuando te cae, es duro. De un día para el otro te quedás sin madre. No sé qué pasó. Yo cuando la había visto por última vez la vi feliz”, expresa.

El fútbol fue su vía de escape. “Ese año en el torneo de Primavera hice 20 goles, fui el goleador del equipo y llegamos a la final que perdimos con Inter”.

Pero al año siguiente, el presidente Claudio Lotitto lo quiso llevar a la serie C2 (cuarta división) para jugar en Salernitana, club de su propiedad, ofreciéndole a cambio una importante rebaja salarial.

“No acepté porque no me parecía justo y me cerraron todas las puertas. No me tuvieron en cuenta para el primer equipo ni me dejaron jugar con la Primavera”.

Gonzalo no tiene tatuajes a la vista ni usa caravanas. Habla bien y fluido y pese a los años que vivió en Italia mantiene el tono de botija del interior.

Y tres años después, otro drama. Tengo dos hijos con mi compañera que somos novios de toda la vida. Tadeo tiene tres años y Lorenzo cumple dos en marzo. Cuando este nació, a los tres días se le inflamó la panza y empezó con problemas respiratorios. Lo llevamos al hospital. Se le había dado vuelta el intestino y todo lo que había comido se le juntó y reventó perforándole el estómago. Sufrió peritonitis y se infectó todo. Lo llevaron el mejor hospital de pediatría. Me dijeron que era muy difícil que pasara la noche y que lo iban a abrir para que drenara. Que era casi imposible porque no se podía operar. Por suerte pudo pasar la noche y mejoró de a poquito hasta que lo pudieron operar. Me dijeron que seguramente lo íbamos a tener que volver a intervenir, pero por suerte no hubo que hacerlo porque fue mejorando de a poco. Nos decían que era un milagro”, expresa.

“Eso fue el 26 de marzo de 2013. A tres días de nacer. Y tres días después era el cumpleaños de mi madre”, cuenta.

Cosas de un trágico destino que Gonzalo quiere dejar atrás. “En junio se me terminó el contrato con Lazio y en noviembre pedí para entrenar en Danubio. Ahora empecé la pretemporada. Estoy esperando que me salga algo de afuera, pero también me seduce volver a jugar en Danubio”. Ahora, es pura ilusión.

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