De acuerdo a lo visto en el partido entre
Chile y Camerún, disputado antes de ayer por la Copa Confederaciones, la implementación del VAR (sistema de video arbitraje) será una catástrofe para la emotividad del maravilloso deporte.
Lo insólito, para empezar, es que incluso con la verificación por replay que da la multiplicidad de
cámaras, el sistema puede equivocarse. A Chile le anularon un gol legítimo, incluso después de revisar la jugada en una sala ubicada a distancia considerable de la cancha.
Más allá de los aspectos puramente técnicos relacionados a la utilización de tecnología para corregir un error humano, producto de la visión como de la percepción, la nueva modalidad, de la cual se dijo está en proceso de experimentación, hace preguntar respecto a la presencia de los lineman, los señores que corren con una bandera hasta la mitad de la cancha y vuelven.
¿Para qué usarlos, si las decisiones definitivas vendrán de arriba? Además, y es lo preocupante, el video arbitraje (nombre horrendo que hace pensar que estamos viendo el videojuego FIFA 17 y no un partido real), es una amenaza para el disfrute del instante de mayor importancia de un partido, el gol (el cual no es el orgasmo del fútbol, como creía
Eduardo Galeano, porque el gol es mucho más importante que el orgasmo).
La emotividad del instante de celebración es arrasada, -tal como quedó demostrado en el partido del domingo-, pues jugadores, cuerpo técnico y público gritan un gol, pero después de más de un minuto la situación es corregida y el gol se anula; o también pasa, como pasó en el partido referido, que los jugadores celebran un gol, el juez asistente levanta su banderín, los futbolistas dejan de celebrar desanimados, pero al minuto le ordenan al árbitro validar el gol.
El bis del grito de gol no es lo mismo, por lo que el instante mágico termina arruinado. Tras el partido del domingo, el futbolista chileno Jean Beausejour, indignado ante el VAR, dijo que solo falta que les agreguen dos tiempos a los partidos y tendremos algo parecido al fútbol americano. ¿Recuerdan las geniales conversaciones de los lunes en la oficina, para discutir si el gol del día anterior había sido o no offside? Ellas son la primera víctima de este mamarracho.