Domingo hora 20.30, Los Céspedes. Rodolfo Arruabarrena quedó nuevamente frente a River Plate. Esta vez sabía que iba a ganar. Se sentó delante del televisor y apretó play en el video. Otra vez Nacional-River Plate por la quinta fecha del Torneo Apertura. El dominio de Nacional, el fútbol de los tricolores, el gol que se perdió Iván Alonso al minuto, el que salvó Jorge Bava a los tres minutos, el 1-0 de Nacho González a los 10 minutos… “Fue tremenda la intensidad y agresividad con la que jugaron. Fijate que en un momento del segundo tiempo, en el que ellos tuvieron la pelota, cuando se tiraban a los pies les pedía que se cuidaran. Y la verdad, me di cuenta que me contradigo, porque si les pido agresividad, tirarse a los pies, jugar de esa forma, es parte de la agresividad. Y la verdad, cuando veía el partido en la televisión, decía: ‘Prefiero eso a que sean pasivos’”, explica el técnico de Nacional a El Observador el lunes al mediodía en Los Céspedes, en el mismo lugar en el que la semana pasada diseñó el plan con el que iba a bajar a River Plate del liderazgo del Apertura.
Los jugadores que actuaron el domingo ya se retiraron del complejo deportivo de Manga, todavía quedan en la cancha número dos algunos que no jugaron ante River Plate, Alexander Medina realiza trabajos físicos en la número uno, Jorge Bava entrena en el gimnasio y Bruno Fornaroli, que pidió para mantenerse en actividad en su exclub, ya está en los vestuarios.
En Los Céspedes, donde solo hay cinco personas ajenas al plantel y al personal, se respira aire de paz y armonía.
Arruabarrena hace la pausa para hablar de fútbol más allá de la burbuja en la que se encierran los protagonistas en las horas previas y en las posteriores al partido. Y analiza en profundidad. “Sabés qué me reconfortó cuando volví a ver el partido en el televisor, que físicamente estamos un pelín más arriba que River”, explica el técnico, en el único elogio que lanzaría sobre sus dirigidos y su trabajo a lo largo de la charla de más de 30 minutos con El Observador.
El entrenador de Nacional no se permite margen para disfrutar el gran fútbol que desplegó su equipo ante River, aunque tuvo pasajes de gran nivel. “Sé que la perfección no se puede lograr, pero cuando miro el partido de nuevo es para encontrar los errores, para seguir corrigiendo. Y después en la semana lo hablamos con los jugadores, cuando vale la pena puntualizar. Somos muy exigentes y queremos que el equipo cada vez juegue más. Si en un partido jugó como queríamos durante 30 minutos, que en el próximo sume 45 minutos, luego 60 minutos, hasta que suceda todo el partido”, destaca. Y agrega: “El fútbol es difícil, porque ya no se gana con los presupuestos. La verdadera historia en la cancha es que son 11 contra 11, y tenés jugadores de categoría que por ahí no rinden y un pibe de 17 años que hace la diferencia. En el fútbol de ahora es muy sencillo: tenés que correr, meter y jugar, si no el que más invierte sería campeón siempre, y no es así”.
"Encontramos el equilibrio, y eso es algo que no tenemos que perder"
"¿El fútbol por las bandas? El fútbol pasa por todos lados, porque si nos tapan las bandas tenemos que generar los espacios para jugar por el medio. Me encanta que nuestro equipo juegue bien, me encanta salir jugando, que tenga variedad, pero también que cuando hay que saltar líneas de presión con pelotazos, que también lo hagamos, que los delanteros sepan aguantar la pelota" (Rodolfo Arruabarrena)
Nacional venció 1-0 a River en el Parque Central y los albos quedaron segundos, detrás de Danubio, único líder del torneo.
Le costó hacer los cambios
“El primero fue delantero por delantero (Lucas Cavallini por Santiago García), porque el Morro había dado todo lo que quería y busqué otra opción. ¡El segundo cambio me costó hacerlo! Me costó, porque Nacho andaba bien, pero ellos llegaban con la pelota cerca del área”, explica la variante de Carlos De Pena por Nacho González. Y el de Rafa García por Álvaro Fernández en el minuto 88: “Era un cambio para cerrar el partido, para hacer tiempo y porque el Flaco había acusado una molestia en el segundo tiempo”.
Sigue repasando Arruabarrena, que en la semana volverá a mirar el partido, esta vez a partir del trabajo que realiza la empresa Kizanaro, que se encarga de brindar un detallado informe sobre el funcionamiento de su equipo y del rival.
Tímido y de pocas palabras
¿Qué le dice la gente? “No hay muchas chances de que me digan algo, porque salgo poco. Tengo muy poco contacto con la gente. Estoy encerrado en el apartamento, sino estoy aquí (en Los Céspedes). Capaz porque soy tímido y hablo poco… bah, dice mi señora que soy tímido con el que no tengo confianza porque con los demás hablo hasta por los codos”, explica.
Los triunfos y las derrotas cambian el talante del hincha. El del técnico de Nacional, no. “Estoy igual que siempre”, dice, y sin hacer pausas, agrega: “Esto es un trabajo en el que mandan los resultados y no voy a variar mí forma de pensar. Supongo que le pasará lo mismo a Diego Alonso (entrenador de Peñarol), al que los resultados no se le dan, pero por lo poco que vi su equipo merece más puntos de los que tiene. Escuché algunas declaraciones que hizo y comentarios de amigos que tenemos en común, y queda claro que él apostará a lo que cree. Yo también soy así”, reflexiona con el respeto que lo hace habitualmente.
“En Nacional nunca me sentí incómodo. Antes de la pretemporada hablé con los dirigentes, el presidente supo por qué íbamos a jugar amistosos ante los equipos más exigentes. Ya lo había hecho en Tigre. Prefiero los rivales más difíciles para empezar. Son estilo. En Europa prefieren empezar la pretemporada contra equipos a los que le hacen 10 o 15 goles. En el cuerpo técnico de Nacional entendimos que lo mejor era lo que hicimos”, subraya.
¿La línea de 3? “Es un sistema que hay que trabajar. Me gusta. Para desarrollarla bien hay que tener los jugadores, y creo que en este plantel los tenemos. Cuando utilizamos ese sistema en la pretemporada no se dieron los resultados, aunque sí el juego por momentos. Luego, con Rentistas lo utilizamos y nos fue bien. El mejor sistema es saber adaptarse a todas las circunstancias de juego”, subraya y resume lo que quiere para su equipo. Ya no queda casi nadie en Los Céspedes, donde Arruabarrena moldea el sueño de medio país.
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