El pueblo de Sarajevo salió a las calles a celebrar

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Alegría para un pueblo sufrido

Luego de soportar una cruenta guerra con cientos de miles de muertos, la gente de Bosnia pudo celebrar su primera clasificación a un Mundial
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16 de octubre de 2013 a las 15:47

Croacia y Eslovenia fueron los que dieron el puntapié inicial para desintegrarse de Yugoslavia en 1991. Allí empezó todo y duraría hasta 1995. En realidad, se puede decir que todo había comenzado antes, con la muerte del Mariscal Tito en 1980, ya que había sido el Jefe de Estado de ese país desde que terminó la Segunda Guerra Mundial.

La gran pregunta era saber si la vieja Yugoslavia se podría mantener unida y con mucho más énfasis cuando desapareció la Unión Soviética y la caída del Muro de Berlín.

En poco tiempo, comenzó entonces una guerra entre Croacia y Serbia, presidida entonces por Slobodan Milosevic, quien con el paso de los años se transformaría en el “Carnicero de los Balcanes”.

La guerra siguió extendiéndose y no tardó en llegar a Bosnia, uno de los pequeños países de la exYugoslavia.

Era un país que conjuntaba muchas etnias, aunque el 90% de la población de entonces era musulmana.

Bosnia fue la nación que más sufrió y aún sigue sufriendo los coletazos de aquellos años bastante cercanos en el tiempo.

Fueron entre 100.000 y 150.000 los muertos solo en ese país, la mayoría, civiles. La guerra de los Balcanes hizo estragos. Allí valía todo y ni siquiera las tropas de la ONU pudieron hacer nada en algunos casos.

Porque Bosnia no estuvo exento a crímenes de guerra como las violaciones de niñas y mujeres por parte de soldados croatas. Un estudio realizado en Grbavica, indica que el número oscila entre las 20.000 y 45.000.

La masacre de Srebrenica en 1995 fue otro punto de inflexión. Los serbios, durante nueve días, fusilaron a unos 8.000 bosnios con el fin de “limpiar la etnia”. Una locura más.

Al término de la guerra, Radovan Karadzic, el padre de la matanza de Srbrenica, tenía orden de captura y recién lo encontraron 13 años después, en 2008 en Belgrado.

Bosnia sufrió como ninguno de los otros países escindidos de Yugoslavia: Macedonia, Eslovenia, Croacia, Serbia, Montenegro.

Quizás el que más se le asemeja es Kosovo, que sigue luchando por su independencia, ya que no todos los países de la ONU lo aceptan.

Si no, pregúntenle a Novak Djokovic. El serbio ni quiere que le hablen de Kosovo ya que como todos sus compatriotas, lo considera una provincia de su país y no una nación independiente.

“Kosovo es el corazón del país, ¿puedes imaginar un país en el que una mayoría en un estado dice que quiere ser independiente y lo hace? ¿Cómo se sentirían? Nos quitan algo que es nuestra historia, nuestra religión, todo lo que tenemos”, dijo Nole cuando en febrero de 2008 los kosovares se autoproclamaron independientes.

Sarajevo antes, durante y ahora
Sarejevo, la capital de Bosnia, recibió a los Juegos Olímpicos de Invierno de 1984.

En plena guerra, como sucedió cuando incendiaron el Parlamento bosnio, y con gran parte de la ciudad, muchas de las instalaciones olímpicas fueron destrozadas. Sin embargo, luego terminaron reconstruidas.

De uno de los principales equipos de la ciudad, Zeljeznicar, salió el mejor jugador que tiene hoy la selección Bosnia: Edin Dzeko, de Manchester City.

Dzeko tenía seis años cuando empezó la guerra en su país, pero se forjó, como muchos, un futuro.

Hoy hay familias que siguen enterrando a sus seres queridos que son encontrados muchos años después de terminado el conflicto bélico. Pero Bosnia intenta resurgir.

El fútbol le dio una alegría a su pueblo. Luego de haber quedado en la puerta de Sudáfrica 2010, el martes lograron clasificar por primera vez a un Mundial.

Otras figuras que contribuyeron a que todo Bosnia saliera a la calle a disfrutar la clasificación fueron Miralem Pjanic, volante de Roma, Zvjezdan Misimovic –quien nació en Alemania– mediocampista de Dinamo Moscú, Vedad Ibisevic, delantero de Stuttgart y autor del gol de la clasificación ante Lituania del pasado martes, y Sejad Salihovic, volante del Hoffenheim alemán.

Las calles de Sarajevo dejaron el silencio y se sumergieron en el festejo. El pueblo lo tiene bien merecido.

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