Alegría en la Villa

La derrota de Peñarol el sábado elevó el globo de la ilusión a su punto más alto. El calendario era una invitación al entusiasmo de la gente de Danubio. Bastaba con repasar que la franja ya se había sacado de arriba al incómodo Wandereres, los dos grandes, El Tanque en Florida y Defensor.
Con estas perspectivas el equipo de Leonardo Ramos llegó al Cerro. El puntaje le permitía prenderse en la pelea del Clausura.
Pero desde los primeros minutos quedó claro que no la pasaría bien. Sin generación de juego, porque Cerro lo presionaba cuando la pelota la recibían Canobbio y Sosa, la franja pasó de la ilusión a la desilusión en un abrir y cerrar de ojos. En realidad de un tiempo al otro. Porque Cerro, que lo dominó en el primer tiempo y le generó cinco situaciones de gol, no fue capaz de liquidarlo.
Danubio se mostró apático. Enojado con el segundo línea que sancionó nueve fuera de juego. Su único aporte fue un remate de Soria. Para colmo tuvo problemas para controlar el juego que propuso Cerro por derecha con Caballero, Duarte y Falleti.
Para el complemento Danubio arriesgó. Puso a Melazzi por Zunino pero poco cambió. El local encontró el gol de apertura en un infantil penal de Velázquez en el que quedaron dudas sino le cometieron falta antes. Caballero marcó. Danubio respondió enseguida y perdió dos goles consecutivos. Hasta que a los 27 minutos Jonathan Rodríguez anotó un golazo.
Parecía que la historia estaba liquidada. Pero el ingreso de Richard Núñez levantó a la franja. Descontó en un extraño entrevero en el área que remató Melazzi y puso a Cerro contra las cuerdas. Flotó la sensación del empate. A dos del final Núñez sacudió el travesaño. Pero claro, al ir en procura del empate se regaló atrás y en la última contra Castillo salió lejos y Felipe Rodríguez lo dejó por el camino para ceder el gol a Falleti.
Telón para la esperanza de la franja. ¿Perdió el campeonato? Aún queda mucho. Pero su ilusión recibió un duro golpe.