Padre e hijo

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Aja, marca registrada

Ricardo, el padre, defendió a los tricolores en 1983 y 1984; José, el hijo, debutó el sábado frente a El Tanque Sisley
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02 de septiembre de 2014 a las 21:49

"Yo era una bestia. Él es más técnico, más frío”, dice Ricardo Aja, un tipo entrañable. Habla de las características que adornaron su carrera futbolística y de su hijo José, que el sábado debutó en el primer equipo de Nacional. “Lo que tiene de mi es la altura, nada más. Y el convencimiento. Yo jugaba porque me gustaba, me escapaba, la penitencia de mis viejos era no ir a entrenar. Yo sacaba el bolso por la ventana escondido y me iba gateando. Él, desde niño quiere jugar en el primero de Nacional. Lo veo con un gran convencimiento”.

El puesto es el mismo, con 30 años de diferencia. “Es otro fútbol. Ahora es más rápido y mucho más técnico. Yo no jugaría ahora, pero no solo yo, casi todos los de aquella época. Le pegabas a la pelota para arriba y si bajaba mojada te aplaudían, te daban una plaqueta, porque se había mojado con las nubes, pero la cuestión era sacarla. Ahora haces eso dos veces y no jugás más. Él (José) juega al fútbol, juega bien, no sé si me explico”. La sinceridad de Ricardo es brutal.

Llegó a Nacional en 1983, con 21 años, desde Parque del Plata. “Hice inferiores en Bella Vista y Sud América. Después vino (Roberto) Perfumo y no le gustaba nada como jugaba yo, no encajaba, y cuando pudo me echó. Terminé yendo a Parque del Plata en la C y jugamos la final con Cerrito. De ahí surgió la posibilidad de ir a Nacional a través de Ramón Porcile, un tipo maravilloso”.

José también debutó en Nacional con 21 años. “Él tiene un proceso distinto, porque está desde pre séptima en el club. No sabe lo que es que las medias tengan agujeros” dice Ricardo. Y el hijo cuenta: “Yo jugaba en la canchita de baby fútbol de Exploradores y mi técnico era Daniel ‘Pato’ López, que trabaja en la captación de Nacional. Estuve un par de meses a prueba y me ficharon. Hace ocho años”.

Pero José no siempre fue zaguero: “En el baby jugaba de 5, de 8, y me fueron tirando para atrás. En sub 16 hacía falta un zaguero más alto y empecé a jugar en la defensa”, aunque no siempre fue grandote: “Cuando empecé era de los más chicos, eso hacía que no jugara ni con tierra. En las prácticas siempre estaba en el cuarto equipo. En Quinta y Cuarta recién empecé a lograr titularidad. Tenía voluntad e ilusión de jugar en Primera de Nacional, por eso no dejaba de ir y le seguía metiendo”.

No solo coinciden en que debutaron en Nacional con la misma edad. Hay otras similitudes que “asustan” a Ricardo: “Yo estaba en el banco en el clásico de la Copa Montevideo el día que echaron a Olivera y a Morena de Peñarol y a los dos backs de Nacional, Torales y Aguirregaray, la única manera que me llamaran para debutar. Yo estaba en la tribuna y se agarraron a las piñas, entonces vino el Niño Sosa y me dijo, ‘Flaco, calentá, no te das cuenta que echaron a los dos backs’. De pronto me llama Basílico y me dice ‘venga, va a entrar por Abalde, haga línea de tres... Suerte. Y salí por el portón donde estaba la ambulancia y los de Peñarol me decían de todo”. En 1983 Nacional ganó la Copa Montevideo y el Campeonato Uruguayo.

José tuvo que entrar el sábado frente a El Tanque sin calentar, por la lesión de Rafael García. “Fue medio parecido a lo de mi padre. El técnico me llamó, yo estaba tratando de calentar y me dijo ‘dale José’, medio a los gritos, ‘dale que tenés que entrar’. Yo no lo esperaba” recuerda el actual futbolista albo. “Después que estás en la cancha se te pasa, te olvidás que tenes 21 años. Traté de acoplarme a la situación y meterme rápido en el partido. Tratamos de lograr el resultado pero no pudimos”.

Pero hay otras casualidades: “En mi primer viaje con Nacional fuimos a Paraguay por la Libertadores y lo primero que me compré fue un reloj, un Citizen con cronómetro. Ahora cuando él se fue a España, me dijo que quería comprarse un reloj. Me asustan esas cosas” comenta Ricardo y recuerda otra: “Los dos somos de Unión Atlética. Un día lo llevo a un partido y me dice, ‘papá, yo siempre me siento allá’... ¡Era el mismo lugar donde yo me sentaba hace 40 años!”.

Pero José también sigue los pasos de su mamá, profesora de Educación Física: “Estoy en primer año de facultad haciendo Educación Física. Tengo que dar algunas materias que me quedaron del semestre y la llevo de a poco porque los tiempos no me dan para todo”.

Después de Nacional, Ricardo jugó en Rentistas, El Tanque, Cerrito y en Chile. En 1990 se retiró. José está dando sus primeros pasos y tratando de recoger experiencias cerca de jugadores importantes: “Recoba, Munúa y Taborda siempre nos dicen que tenemos el apoyo de ellos. Eso está buenísimo”. El padre también aporta: “Yo le cuido la salud, que tenga conciencia y que se cuide... Y como hace 25 años que no me ponen un micrófono adelante y me sacan una foto, estoy garroneando abundante con él” dice, y ambos sonríen.

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