Agarrate fuerte, Flaco

Cambió a casi todo el cuadro, no fuera cosa que todavía le dijeran que es terco y que no buscó alternativas para encauzar al equipo, que venía de perder feo en la Libertadores. Cambió a siete jugadores, y resultó lo mismo que con los otros. Es igual con los jóvenes o con los viejos, con los lentos o con los rápidos, con los que estaban en el club o con los nuevos, con los que transpiran la camiseta o con los que no lo hacen. El rumbo de Peñarol transcurre por el mismo camino, sinuoso, y compromete seriamente las posibilidades de pelear por el título del Uruguayo.

Aún falta mucho y afirmar hoy –en un torneo muy parejo, irregular y a 11 fechas del final del Clausura– que Peñarol no tiene posibilidades de pelear por el campeonato sería una irresponsabilidad, pero no está alejado de la realidad escribir que comienza a comprometer sus posibilidades, porque futbolísticamente no da señales de alguna reacción. Vegeta en la cancha y en la tabla. Está a 16 puntos del líder en la Anual, y comienza a regalar sus posibilidades en la única boleta que le queda para apostar, el título del Clausura.

Cuando en los primeros días de febrero a Carlos Valdez, un jugador con recorrido internacional y que sabe lo que es vestir camisetas difíciles, le pedí que explicara las razones del fracaso en el pasado Apertura, dijo: “Peñarol es un cuadro muy grande, que genera presión. No es fácil estar aquí. A mí me encanta todo esto, pero sé que no es fácil para los futbolistas afrontar estas situaciones”. Anoche había que ver a la hinchada pidiendo a los jugadores que metieran, y a los futbolistas sufriendo porque no resolvían de ninguna manera lo que el técnico les pedía. Corriendo, Racing le generó problemas que no supo resolver, y en un partido en el que debía ganar, Peñarol empató y perdió la chance de aspirar a tener el mejor puntaje de la tabla junto a Wanderers y Fénix, porque con un triunfo y un partido menos, estaba ahí.

Hoy sigue estando ahí, pero ya no es lo mismo.

Para encontrar un camino alternativo al juego del equipo, Fossati reconstruyó el equipo para enfrentar a Racing e introdujo siete cambios. Mandó a la cancha a Joe Bizera, Gonzalo Viera, Baltasar Silva, Paolo Hurtado, Marcel Novick, Pablo Lima y al argentino Toledo. Con poco trabajo y obligado a resolver rápidamente los problemas de fútbol que tiene el equipo, Peñarol recorrió el camino de siempre. Apenas si el peruano Hurtado intentó romper la monotonía del juego aurinegro, y cuando se juntó con Zalayeta fue capaz de provocar algunos chispazos que tenían el claro objetivo de hacer arrancar al equipo. Pero se quedaba en eso, porque el resto no se prendía en la propuesta. Racing defendió muy bien. Zalayeta, que bajó unos metros para generar fútbol, se enganchó un par de veces con Hurtado y Japo Rodríguez y Peñarol dispuso de las dos situaciones del gol del primer tiempo. La tercera fue el gol de Toledo, que llegó en una jugada de pelota quieta: centro de Lima y el argentino mostró lo que sabe hacer en el segundo piso. Ahí sí el hincha imaginó que el futuro sería diferente. Sin embargo, fue más de lo mismo. Porque en el segundo tiempo, el técnico Larriera le puso el fútbol a las espaldas de los carrileros, y corriendo, Tabó, Gutiérrez y hasta el propio Carlos Díaz, se burlaron de la defensa. A los 70’, llegó el empate de Gorocito. Antes lo había tenido Gutiérrez.

Peñarol no sale de la zona de turbulencias y compromete sus posibilidades, en un torneo en el que no tiene margen para el error. Agarrate fuerte, Flaco..