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Abreu, otro ídolo en desgracia

La situación que vive hoy el Loco, ya la pasaron Marco Vanzini y Óscar Morales, entre otros
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02 de julio de 2013 a las 20:02

El presidente de Nacional, Eduardo Ache, y el técnico del equipo, Rodolfo Arruabarrena, quedaron en medio de un lío. El dirigente arrimó en enero al último ídolo de los hinchas, Sebastián Abreu, y después de cinco meses el entrenador de turno lo postergó al cuarto o quinto lugar entre los delanteros. Una encrucijada difícil de resolver, pero que no será la primera ni la última en la vida de la institución.

En los últimos años también se fueron por la puerta de atrás Marco Vanzini y Óscar Javier Morales, futbolistas que se ganaron el cariño del hincha por la entrega y los clásicos ganados.

En la vereda de enfrente también hubo decisiones polémicas, como las tomadas por Diego Aguirre cuando dejó afuera del equipo a Pablo Bengoechea en 2003 y a Antonio Pacheco en 2011.

La decisión de Arruabarrena también alcanza a Alejandro Lembo y Alexander Medina, otros dos jugadores destacados en la historia reciente de los tricolores.

Pero la más traumática es, sin dudas, la del Loco Abreu. Un jugador identificado con los colores y con los algunos de los últimos momentos más hermosos que vivieron los hinchas.

Abreu tiene contrato vigente y se quedará en el plantel, en un segundo plano. Esperando, íntimamente, otra oportunidad para demostrar que aún está vigente. “Voy a entrenar para ser el bombero cuando me necesiten”, expresó el futbolista en los últimos días.

La determinación de Arruabarrena es valiente. Dejar afuera a un jugador con la historia del minuano, de su misma edad, y con el esfuerzo que hizo el club para contratarlo, no es para cualquiera. Ahí el Vasco demostró personalidad.

En 1998 Nacional dio un giro institucional después de cinco años de dolor. Asumió como técnico Hugo De León (otro ídolo que se había retirado mal del club en 1992) y con él llegó Marco Vanzini. La personalidad del flaco y los buenos resultados frente a Peñarol lo convirtieron rápidamente en ídolo.

Sin embargo, en 2003 se tuvo que ir a Portugal por desavenencias con Daniel Carreño, el entrenador del momento. Vanzini jugó el clásico del Apertura y al otro día se fue al Sporting Braga sin comunicarle nada al técnico. Sólo lo supo el presidente, Eduardo Ache.

En 2007 Carreño retornó a Nacional y se reencontró con Vanzini. Estaba todo bien, declararon ambos. Pero no era cierto. El jugador casi no fue tenido en cuenta en el Apertura (si en el clásico) y en la Liguilla ocupó el banco en los tres primeros partidos e ingresó de titular en el cuarto, frente a Peñarol. Nacional ganó y Vanzini se retiró.

En la misma época surgió entre los hinchas la idolatría por Óscar Morales. Con los años fue capitán y símbolo del equipo. Se marchó a Europa y regresó en 2009, pero en 2010 los dirigentes no lo quisieron más.

Inconvenientes económicos hicieron que Morales se negara en una oportunidad a usar la cinta de capitán. Hoy los tricolores aún lo recuerdan y le piden que regrese.

La salida intempestiva de los ídolos suele pasar facturas. Si los resultados deportivos no son positivos, ya se acordarán los hinchas de tal o cual decisión. Eso, Arruabarrena lo debe tener en cuenta. Si no gana, va a soñar con el Loco Abreu.

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