Es mediodía en Los Céspedes y en el comedor va quedando todo pronto para el almuerzo. Los jugadores, que entrenaron de mañana y de tarde tendrán el segundo turno, comienzan a llegar y se encuentran con un mar de hinchas que van tras la foto y los autógrafos. Sebastián Abreu, el más requerido, se toma su tiempo. Firma todo lo que le piden y se saca fotos con los hinchas durante 10 minutos. Al sol, a la sombra, con uno, con dos, con tres. Es ídolo y se lo gana en cada intervención con los simpatizantes del club, en cada saludo, en cada sonrisa. Luego, ya más tranquilo, queda mano a mano con El Observador en la sala de conferencias de la concentración de los albos, y él mismo propone el tema por la grata sorpresa que se llevó en los primeros días de entrenamiento en Nacional. “Acostumbrado a los viejos tiempos, a realizar largas pretemporadas, uno se preparaba en esta etapa para sufrir, pero me encontré con una pretemporada muy similar a la que hicimos en España cuando estuve en Real Sociedad, y en Brasil, donde se trabaja potencia, fuerza y aeróbico siempre con la pelota. La verdad es que venía preparado para una cosa y me sorprendió gratamente ver cómo se trabaja, porque la metodología del Chavo (Gustavo Díaz) y el cuerpo técnico ayuda al jugador y, en mi caso, que venía desfasado con el resto del grupo podés integrante rápidamente”, explica el delantero.
¿Volver al fútbol Uruguayo es un paso atrás?
“En mi caso no, por los desafíos que me planteó el club cuando me propuso volver. Quería regresar en medio de un proyecto que apuesta a hacer crecer al club, para que Nacional sea más grande a nivel mundial. Cuando nos sentamos a charlar la primera vez nunca hablamos de dinero, aunque se dijeron un montón de cosas que no fueron reales. De lo primero que conversamos fue sobre el proyecto que tenía Nacional y lo acepté. Porque para mi era fundamental saber a qué apuntaban los nuevos dirigentes y me convencieron. Me hicieron identificar con la idea que tenían, porque me gustó la idea de jugar, me sentí identificado con el proyecto, con la posibilidad de jugar Libertadores y Copa Sudamericana, que son competencias importantes, más allá del torneo local que también es prioridad. Por eso, no es un paso para atrás sino que es un paso positivo.
Pero es muy difícil pensar en la Copa.
Sin generar falsas expectativas, podés ser competitivo a nivel internacional. Y la ilusión mía es esa, que a este proceso se le de continuidad, entonces lo difícil se termina consiguiendo. Entonces a partir de ahí, el mito de que es difícil se pueden derribar. Coincido en que es complejo encontrar el camino, pero se puede buscar y encontrar.
(Lea la entrevista completa en la edición impresa del martes de El Observador)
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