A un año del Mundial, el plan que se trazaron Los Teros

Un año atrás Los Teros debutaban en el Mundial con una derrota 54-9 ante Gales. A pesar de la goleada en los números, el balance era más que positivo por el enorme esfuerzo que hacía un equipo amateur por competir de igual a igual ante las potencias. Con algunos vaivenes, la evaluación se mantendría a lo largo de los cuatro partidos, cerrando una participación positiva del Mundial.

Un año después, Los Teros han dado muchos pasos hacia adelante. Tras el Mundial, el análisis interno y también el de World Rugby fue positivo, pero para el objetivo de los siguientes cuatro años –afianzarse entre los 20 mejores del mundo y con eso clasificar al próximo Mundial- había que hacer cambios.

Los cambios de estructura

La URU, dirigida por el presidente Sebastián Piñeyrúa, decidió modificar estructuras. Cambió el puesto del hasta ahí Head Coach de Los Teros Pablo Lemoine, que en la movida más impactante de todas pasó a ser el director del Centro de Alto Rendimiento del Estadio Charrúa, supervisando todas las selecciones. Se corrigió el foco: la preparación del Mundial había obligado a destinar mucha atención al corto plazo, y a partir de ahí había que retomar el mediano y largo plazo, tanto en mayores como en juveniles: entrenamiento en destrezas básicas, búsqueda de nuevos valores en Montevideo y el Interior, planificación de procesos interdisciplinarios, con un rol clave del área médica, física y de nutrición.

Así el argentino Esteban Meneses llegó como nuevo Head Coach de Los Teros, acompañado por Guzmán Barreiro y Óscar Durán. El trabajo en el Charrúa floreció: el staff que hasta allí había trabajado con Los Teros se enfocó en diferentes áreas, sobre todo en el desarrollo de juveniles.

Martín Mendaro, asistente de Lemoine en el Mundial, se fue a Paysandú y echó a andar un segundo centro en las instalaciones de Trébol, donde hoy está forjando dos generaciones de jugadores nacidos en el interior, a los que Montevideo le queda muy lejos. En ambos se apuntó a la búsqueda de talentos, y sobre todo, con mayor tamaño, acorde a la necesidad del rugby internacional, algo que quedó particularmente patente tras el Inglaterra 2015.

Los resultados llegaron como en los últimos años: victorias ante Paraguay, Chile y Brasil en mayores y juveniles, y alguna sorpresa como el triunfo ante EEUU en la Américas. Sin embargo, el contexto fue diferente: un foco expreso en el largo plazo. Juego, más que resultados.

Estilo de juego

El estilo también varió: Meneses profundizó una idea que Lemoine había empezado a aplicar, pero que el camino al Mundial había obligado a transformar en algo efectivo en la Eliminatoria y pensado en controlar a los poderosos rivales del Mundial. El argentino propuso un juego netamente ofensivo, similar al de Los Pumas, algo que Meneses conocía por entrenar con el staff argentino mucho tiempo. El cambio costó al principio –casi se pierde con Chile y Brasil en la Américas- pero, con mas tiempo para trabajar idea y destrezas, en el Sudamericano empezó a mostrar todo su esplendor. La única forma de seguir avanzando era jugar a lo que se juega en el primer mundo

Ante rivales más duros claramente costó más (se perdió con Fiyi, Argentina, Italia A y Rumania), sobre todo en la Nations Cup de Junio, donde los resultados no fueron malos, salvo una ante España jugando mal.

La competencia

La competencia también se multiplicó tras el Mundial, otro aspecto clave del desarrollo: ganar roce ante rivales superiores para crecer. Nació la Americas Rugby Championship, pensada como el futuro Seis Naciones americano, se logró un lugar en las competencias argentinas para la selección y los clubes, nació un nuevo torneo (Americas-Pacific Challenge) y se lograron partidos en la ventana de noviembre. Con todo eso, habrá 32 partidos internacionales en un año entre Los Teros y Uruguay XV, algo inédito e imprescindible para seguir avanzando.

El techo del nivel actual se vislumbra tras la Nations, Pero por ahí pasan los objetivos de Los Teros para los próximos años: ampliar la base de jugadores, la competencia de los seleccionados mayores y juveniles, seguir profesionalizando el trabajo en el Centro Charrúa, cambiar la matriz de juego, y con todo eso, acercarse al puesto 15°. El plan está claro, y la competencia de octubre y noviembre será clave.

Profesionalismo

En el camino hay un duro desafío: mientras Uruguay crece, los rivales lo hacen a un ritmo mayor, ya que rugby profesional sigue en un crecimiento explosivo. Ese es uno de los mayores dilemas de Los Teros: ver cómo se acerca al profesionalismo, sin serlo aún.

Las condiciones para el profesionalismo de Los Teros aún no están. En diciembre se ideó un proyecto de viaticar algunos jugadores, aunque luego se corrigió para viaticar a más jugadores pero solo en etapas de conferencia. Los fondos que recibe la URU de World Rugby, gobierno y sponsors ha crecido de forma exponencial, pero aun no alcanzan para acercarse a los rivales directos, o para desarrollar un plan profesional.

Ese será el desafío de los próximos cuatro años: seguir quebrando la lógica y acercarse a los rivales que tiene arriba (Estados Unidos, Canadá, Rumania) aprovechando una gran virtud del rugby uruguayo: la chance que tiene de entrenar durante todo ese año con el 90% del seleccionado en Uruguay.

Mundial y Super Rugby

El gran objetivo es luchar por el pasaje al Mundial (directo ganándole a EEUU, o por repechaje ante España o Rusia) y con eso seguir creciendo en los apoyos al proyecto. Y con eso, el otro plan, en el que están todos los países de la región: la obtención de una franquicia de Super Rugby, un objetivo que ser intenta lograr para 2019, Eso le daría la chance a Uruguay se darle una salida profesional a sus jugadores sin necesidad de irse al exterior, tal como hace Argentina con Los Jaguares. Sería una franquicia regional, aprovechando los mercados de EEUU y Brasil, y la capacidad de Uruguay de aportar jugadores.

Para eso ciertamente falta tiempo. Pero un año después del mayor objetivo de la historia, el mapa competitivo del rugby uruguayo ha cambiado visiblemente. Lo mejor de todo es que tiene un plan, y un camino para andar.